El agua se agota en el planeta

Según estudios publicados recientemente, se teme que para el año 2025 (en menos de una década) la demanda del líquido elemento sea superior en un 56% al suministro existente, lo que podría ser la madre de una serie de conflictos geopolíticos que se producirían cuando las regiones con posesión de más recursos hídricos se vean acosadas por aquellas que ya no los tengan en cantidad suficiente para asegurar la vida de sus poblaciones humanas y animales.
Según el Informe de Perspectivas del Medioambiente Mundial de la ONU, la escasez de agua es uno de los siete problemas fundamentales de la humanidad en el presente milenio, quizás el más importante junto con el cambio climático. Los manantiales y cuencas de agua dulce se están secando, se extinguen, y esto constituye una amenaza que podemos revertir si la cuidamos, no desperdiciándola, reduciendo su consumo responsablemente.
Los números del informe al que hacemos referencia son reveladores y alarmantes. Si bien el 70% de la superficie del planeta es agua, solo el 2.5% es dulce y posible de tratar para el consumo humano y de todas las especies animales y vegetales del mundo.
La agricultura por riego, importante para la sobrevivencia del hombre en el campo, y para la comercialización de productos en las ciudades, consume mucha agua que podría ser potable. En este momento, el 20% de la población mundial carece de agua para su consumo, en cantidades estándares para una vida de calidad, sea por escasez de reservas naturales o por contaminación.
El agua no es un bien inagotable, y según expertos hidrólogos y estudiosos de geoestrategia, su control es una de las principales causas de tensiones en diversas partes del planeta. El conflicto entre Israel y Palestina tiene como uno de sus factores el agua, al tener poder el Estado judío sobre las fuentes que la abastecen, desde el río Jordán a lugares áridos como Gaza y Cisjordania. Algo similar ocurre entre Sudán y Egipto; Turquía, Siria e Irak; Mozambique y Zimbabwe; gran parte de China; al igual que Chile y Bolivia en nuestro continente.
Y la discusión sobre si este recurso debe ser considerado un bien social de la humanidad, o desde ya un artículo comercializable, no se ha hecho esperar. Su derroche durante el último milenio ha hecho que no se le considere en el futuro ya un elemento gratuito, ni siquiera barato.
Está en manos de los gobernantes diseñar formas de educar a la población y a las empresas para que cuidemos el agua. La producción de alimentos, la salud mundial y el tener un horizonte estable políticamente, sin guerras, están en riesgo.

Fuente: Javier Alejandro Ramos - http://www.elperuano.com.pe/

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