El Ártico pierde un 20 % de su hielo marino en 11 años
El estudio publicado a mediados de abril en la revista Journal of Geophysical Research: Oceans (JGR Oceans) ha determinado que entre febrero y marzo de 2008 y el mismo período de 2019, el grosor del hielo en el océano Ártico ha menguado en un 20 %. Al comparar los datos de entre el 19 de febrero y el 21 de marzo de 2008 con los de 2019, los científicos determinaron que en 11 años el hielo marino ha perdido 0,37 metros de grosor.
Uno de los autores del estudio, Ron Kwok, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, cerca de Los Ángeles, señaló que es la primera vez que han podido “obtener la profundidad de la nieve en toda la capa de hielo marino del océano Ártico”. “La región del Ártico es un desierto, pero la nieve que obtenemos es muy importante en términos de clima y hielo marino aislante”, afirmó.
Los investigadores determinaron que la nieve en el Ártico empieza a acumularse en octubre, cuando sobre el hielo recién aparecido hay unos cinco centímetros y sobre el llamado hielo multianual, que sobrevive durante años, reposa una capa de nieve de 14 centímetros. En diciembre y enero las nevadas se intensifican y en abril la nieve caída alcanza su máxima profundidad, de unos 17 centímetros sobre el hielo nuevo y de hasta 27 centímetros sobre el hielo más antiguo.
La disminución del espesor del hielo en un 20 % que han observado los científicos no coincide con los datos del satélite CryoSat-2 de la Agencia Espacial Europea, que no muestran esa reducción. Esto se debe a que el CryoSat-2 y el ICESat-2 utilizan distintos métodos para las mediciones del hielo marino.
Así, el satélite europeo mide la altura con un radar que pasa por la nieve para medir la parte superior del hielo, mientras que el satélite de la NASA dispone de un lídar, explicó el autor principal del estudio, Alek Petty, al señalar que cada satélite tiene sus ventajas y desventajas.
“Creo que vamos a aprender mucho de estos dos enfoques para medir el espesor del hielo. Podrían darnos un límite superior e inferior del grosor del hielo marino, y la respuesta correcta está probablemente en algún punto intermedio”, indicó Petty. “Hay razones por las que las estimaciones del ICESat-2 podrían ser bajas y razones por las que las del CryoSat-2 podrían ser altas, y necesitamos hacer más trabajo para entender y alinear estas mediciones entre sí”, concluyó.