El calentamiento global podría frenarse con tan solo 300 mil millones
Los científicos de las Naciones Unidas lo tienen claro: se necesitan 300 mil millones de dólares para detener el calentamiento global.
Esta suma parece astronómica, pero equivale al gasto militar mundial de solo dos meses. Los expertos no quieren destinar esa cantidad al desarrollo de nuevas tecnologías ecológicas, ni a costear soluciones radicales y un tanto locas como esa que habla de enviar nuestras emisiones a la luna. No. La suma se dedicaría a regenerar un recurso pasado por alto y explotado en exceso: el suelo.
“Hemos perdido la función biológica de los suelos”, explica Barron J. Orr, científico jefe de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. “Tenemos que revertir eso. Si lo hacemos, estaremos convirtiendo la tierra en parte de la gran solución contra el cambio climático”.
El plan de estos científicos consiste en recuperar suelos, para asegurarnos de que millones de toneladas de carbono quedan encerrados bajo la tierra. De esa manera estaríamos comprando hasta 20 años de tiempo, un margen que deberíamos aprovechar para adoptar tecnologías neutras en carbono y buscar otras soluciones al calentamiento global.
La guerra contra la desertificación
Una de las principales causas del cambio climático es la desertificación. Se calcula que las tierras secas liberan hasta un 4% de las emisiones de gases de efecto invernadero todos los años. De modo que, si restauramos la tierra degradada por el mal uso, el pastoreo excesivo o la deforestación, podríamos solucionar gran parte de la crisis climática, al menos por un tiempo.
En una conferencia de la ONU sobre desertificación en Nueva Delhi el mes pasado, 196 países y la Unión Europea firmaron una declaración con la que acordaron que cada país adoptaría las medidas necesarias para restaurar la tierra improductiva de cara a 2030. El equipo ha utilizado imágenes de satélites y otros datos para identificar las hectáreas de tierra degradada que podrían restaurarse de manera realista. Además, en la mayoría de los casos, las áreas revitalizadas beneficiarían a la comunidad local y al país anfitrión gracias al aumento del suministro de alimentos o el ecoturismo.
De los dos mil millones de hectáreas de tierra degradada de todo el mundo, podrían restaurarse hasta 900 millones de hectáreas, según señaló Rene Castro Salazar, subdirector general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Devolver esa tierra para pastos, cultivos alimenticios o árboles convertiría suficiente carbono en biomasa, de modo que las emisiones de CO2 se estabilizarían durante aproximadamente 20 años.
Pero, ¿cómo es posible lograr que la vegetación natural y las tierras de pasteo prosperen de nuevo? “La principal causa de las emisiones de la agricultura es la mala gestión de la tierra. Pero las soluciones ya las conocemos y pasan por la gestión sostenible de la tierra, del agua y del suelo”, opinó Eduardo Mansur, director de la división de tierra y agua de la FAO.
No se trata de recuperar el desierto sino de restaurar aquellas tierras que fueron productivas antes de la intervención humana. Pero, ¿cómo? “Los fertilizantes son esenciales para aumentar la productividad. Un buen fertilizante en la cantidad correcta es muy bueno para el suelo, el problema es que durante décadas se le ha dado un mal uso”, señaló Mansur.
Tampoco se trata de simplemente plantar árboles. Cada área es diferente y debe considerarse en términos de las personas que pueden vivir en esa tierra de forma sostenible. “Tenemos que analizar el desarrollo de nuestras hortalizas y ganado autóctono, además de adoptar variedades de cultivos híbridos y priorizar la cría de animales”, apuntó Kennedy Ondimu, director de planificación e investigación ambiental del Ministerio de Medio Ambiente de Kenia.
Aunque no será fácil, docenas de países ya están luchando con programas diseñados para revertir la pérdida de tierras agrícolas. Castro Salazar sentenció que el gran problema lo provocó el mito que estipuló que para producir más es necesario talar árboles para habilitar más tierra para el cultivo. Y sentenció: “Documentamos que no es cierto. Todos estos países podían haber seguido cultivando la cubierta forestal”.