La carne, motivo por el que domesticamos a los perros

En la Edad del Hielo todo hace pensar que el hombre competiría con los lobos por las presas en un terreno inhóspito y helado. Sin embargo, no fue así
Los perros son los únicos animales que el hombre domesticó mientras solo era un cazador-recolector de la Edad del Hielo. El resto de mascotas llegaron junto a la agricultura. Los prehistóricos no se acercaron a los canes para que les ayudaran a cazar, como se pensó durante años. La amistad con los lobos se debió a que las dietas de ambos se compaginaban. Hace entre 14.000 y 29.000 años, la subsistencia no era fácil en la helada Eurasia. Los lobos y los humanos eran competidores naturales para conseguir presas. Sin embargo, los que en teoría eran cazadores rivales se convirtieron en los mejores aliados gracias a las diferencias nutricionales de unos y otros. El hombre tenía más proteínas de las que podía necesitar y se las dio al antecesor del perro, empezando su domesticación.
En un estudio publicado en la revista Nature, Maria Lahtinen, de la Autoridad Alimentaria de Filandia, explica cómo había un exceso de carne magra. Los cazadores humanos habrían depredado más cantidad de la que podían consumir. Por sus necesidades nutricionales, ellos comían las partes más grasas y decidieron dar las sobras a estos animales. La nutrición humana solo puede tolerar entre un 20 y un 45% de proteínas, mientras que los lobos pueden subsistir con una dieta predominantemente proteica.
No se sabe si la domesticación fue primero en Europa o en Asia o si se produjo en ambas zonas a la vez. El lobo se fue acercando al hombre y evolucionando genéticamente hasta convertirse en otro animal: el perro. Los primeros enterramientos documentados de canes tal y como hoy los conocemos se datan en hace 14.200 años, lo que demuestra que ya en esa época se habían convertido en mascotas, según recoge TicBeat.
El equipo de Lahtinen también sostiene que los cazadores-recolectores pudieron haber acogido cachorros de lobo huérfanos, sin ningún interés en mente. El hombre, después, descubrió que estos animales le podían ayudar a cazar y se fueron convirtiendo en “los mejores amigos”. El estudio ha sido posible porque existe la variante sin domesticar: el lobo gris actual. Lahtinen y su equipo han podido calcular exactamente cuál es el sobrante de proteínas de su dieta. Aun fijando el 45% el límite máximo que necesitaría el hombre, no era necesario que compitieran por el alimento. Sin embargo, los habitantes prehistóricos sí necesitaban más lípidos e hidratos de carbono. Por eso, siempre seleccionaban las piezas más grasas de las presas que cazaban. Si el lobo hubiera tenido otras necesidades nutricionales, nuestra amistad hubiera sido imposible.

Fuente: www.elconfidencial.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *