La meta fijada por la Unión Europea de energía renovable para 2030
El acuerdo, alcanzado tras una maratoniana noche de negociaciones entre representantes del Parlamento Europeo, el Consejo y la Comisión Europea, se queda a medio camino entre el 27% que pedían inicialmente los países y el 35% que reclamaba la Eurocámara.
El pacto eleva el nivel del 20% de renovables que la UE tiene marcado para 2020 y supone casi el doble de la cuota del 17% de energía solar, hidráulica, eólica y la biomasa alcanzada por la UE en 2017.
La revisión de la directiva europea sobre renovables forma parte del llamado “paquete de invierno”, una gigantesca revisión de la legislación comunitaria para cumplir con el Acuerdo de París.
Ese pacto internacional firmado en París en 2015 busca limitar las emisiones contaminantes al menos en 40% para 2030 en relación con los valores de 1990 y limitar el aumento de la temperatura global a final de siglo por debajo de los 2 grados centígrados.
El objetivo fijado del 32 %, no obstante, es dos puntos inferior al 34% que recomendaba la Agencia Internacional de la Energía Renovable (IRENA, por sus siglas en inglés).
El pacto fija también que esa cuota del 32% en 2030 se revise al alza en 2023, en función de los avances tecnológicos que puedan acelerar la transición energética.
El acuerdo también prohíbe el llamado “impuesto al sol” hasta 2026 para fomentar el autoconsumo energético, pero abre la puerta a que a partir de esa fecha puedan introducirse algún tipo de tarifas.
Además, la modernización de la directiva sobre energía renovable se marca la meta de lograr un 15% de interconexiones eléctricas entre Estados miembros de la UE para 2030.
Otro aspecto importante del acuerdo es una tasa del 14% de energía renovable en el sector del transporte para 2030, que se prevé servirá para impulsar el vehículo eléctrico.
El pacto también prevé reducir progresivamente el empleo de aceite de palma para producir biocombustibles destinados al transporte hasta 2030 y limitar sus importaciones, que provienen especialmente de países como Indonesia y Malasia.
También se congela la producción europea de biocombustibles de primera generación, como el etanol, en los niveles de producción que alcance cada Estado miembro de la Unión Europea en 2020 y se fija un objetivo del 3,5 % para los de segunda generación, generados a partir de cultivos no alimentarios como la madera.