La transformación de los pececitos dorados

Los Carassius auratus pueden llegar a pesar hasta 2 kg y superar el tamaño de una pelota de fútbol. Estas especies invasivas son una amenaza real para los ecosistemas de Estados Unidos.
En los últimos años, el pez dorado (Goldfish), conocido como Carassius auratus, se convirtió en un verdadero problema para las especies locales de pantanos, lagos y ríos de todas partes del mundo.
En un medio silvestre, pueden llegar a pesar hasta 2 kg y superar el tamaño de una pelota de rugby. Estas especies invasivas se convirtieron en una amenaza real para los ecosistemas locales.
Las autoridades de Minnesota, en Estados Unidos, advirtieron a los ciudadanos para que no liberasen a estos peces en los lagos y ríos del estado, después de que encontraran varios ejemplares gigantes en el lago Kelle.
El camino más común por el que los peces domésticos llegan a los ríos o lagos es a través del sistema de cloacas. Resulta difícil discernir si la gente que se deshace de sus mascotas arrojándolas al inodoro cree que las está “liberando” o asegurando su muerte en las plantas de potabilización. Pero en la realidad ninguna de las dos alternativas es segura, y la primera termina transformando los pequeños peces dorados en una pesadilla para el entorno natural originario.
Los sistemas de desagüe recogen el agua de lluvia y el deshielo, así como los desechos de las aguas residuales domésticas, que generalmente pasan por las plantas de tratamiento. Pero cuando llueve mucho las “tuberías que llevan las aguas residuales están abrumados y, para proteger los hogares, los negocios y la planta de tratamiento, el desbordamiento del alcantarillado se descargará en las vías fluviales cercanas con poco o ningún tratamiento”, explican los especialistas.
Alerta por los peces “liberados”
En la ciudad de Burnsville, Estados Unidos, hace sólo unos días alertaron a toda la comunidad sobre los peligros de arrojar estos peces en los lagos locales. “¡Por favor no liberen a los peces dorados en lagos o estanques! Estos crecen mucho más de lo que creen y contribuyen a deteriorar la calidad del agua”, dice la publicación.
Daños al ecosistema
La cría en cautividad, como en cualquier especie, conlleva a que el animal cambie su forma de vida y, por lo tanto, la adaptación a esta también produce cambios físicos en los peces dorados. En la naturaleza, estas criaturas se reproducen con gran facilidad. Las peceras en los hogares limitan su crecimiento.
El problema reside cuando son devueltos al mundo silvestre ya que los Carassius se alimentan de los huevos de otros peces locales y de las larvas de mosquito en el agua (con lo que son insecticidas naturales). Para alimentarse utilizan una técnica que consiste en sacudir el suelo. Esto implica un segundo problema: al levantar el barro del fondo, hace que floten nutrientes antes enterrados, activando un crecimiento desmesurado de algas.
Los expertos advierten también de las consecuencias que puede tener tirar el agua de las peceras a ríos y lagos. En estas aguas estancadas se acumulan enfermedades y parásitos que pueden portar los peces dorados y que representan una amenaza para las especies locales.
Carassius auratus
El pez dorado, también conocido como tres colas, carpa dorada, es la versión doméstica de la carpa de río china (Carassius auratus), una especie de pez de agua dulce. Se empezó a criar en cautividad hace unos 2000 años, siendo una de las especies de pez domésticas más antiguas y actualmente es el líder de acuario en agua fría y dulce.
Un estudio realizado hace unos años en Australia, en el que hicieron un seguimiento a 15 peces dorados durante un año, pudieron determinar cómo migran estas especies.
“Descubrimos que estos peces pueden migrar de los canales (donde son dejados por sus dueños) al río y de allí al sistema de pantanos donde ponen los huevos”, señalaba la investigación. Esto significa que en un año pueden recorrer una distancia de más de 230 kilómetros.

Fuente: www.pagina12.com.ar

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