Las emociones en los animales

Sentir felicidad, experimentar angustia, compadecerse del sufrimiento de otro, ser consciente de lo que ocurre, no son experiencias exclusivas de los humanos. Desde mediados de la década de los ’90 del siglo pasado, el avance en las neurociencias y el interés por entender el comportamiento de los animales han permitido establecer que los sentimientos y la consciencia no son exclusivos del hombre.
El diario ABC publicó una nota sobre la reacción que presentaban los monos lanudos (Lagothrix Lagotricha) ante la presencia de investigadores, cazadores y recolectores en la región nor occidental de la cuenca del Amazonas. Para ellos observaron el comportamiento en dos zonas, una expuesta a la caza y otra protegida.
Los resultados del estudio indicaron que en el área de caza, los monos intentaban no hacer ruido y se escondían en improvisadas estructuras construidas por ellos con hojas y algunas ramas al detectar a los cazadores. Lo mismo ocurría ante quienes recolectaban frutos y hierbas. En el área segura, por el contrario, los monos al ver a los investigadores intensificaban su vocalización y no se escondían. Tampoco variaban su actitud con los recolectores.
En 2011, una osa se golpeó contra una muralla hasta morir, luego de haber asfixiado a su osezno. Ambos estaban cautivos en una granja de bilis, y nadie pudo explicar como la hembra se escabulló y llegó donde su cría que aun se quejaba luego de que los profesionales del recinto le perforaron el vientre para instalarle la sonda que les permitiría recolectar su bilis de por vida.
En el ámbito doméstico, los dueños de mascotas comprueban a diario la empatía que los animales expresan ante la tristeza, el dolor y la alegría que experimentan los humanos. Es común ver a los perros lamiendo lágrimas o a los gatos pasearse entre las piernas o rozar el cuerpo de su guardián cuando este tiene pena.
Si bien para muchos estas muestras de “humanidad” de los animales son atribuibles al excesivo cariño que se les tiene, estudios y por sobre todo, la Declaración de Cambridge sobre la Conciencia suscrita en 2012 por un notable grupo de expertos en neurociencia, deja claro que la “chifladura” o el reconocer características humanas en los animales no es errada.
La experiencia cotidiana unida al reconocimiento científico del manifiesto europeo, debiera ayudar a reconocer que los sentimientos, el dolor y la conciencia no son exclusivos del hombre y de ese modo, fortalecer las leyes contra el maltrato animal. Todo para evitar decir que “se legisla sólo para los hombres porque los animales son cosas”, una excusa que hoy es considerada válida.

Fuente: https://www.guioteca.com/

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