¿Las mascotas sufren el desapego tras la vuelta a la presencialidad?
“Las mascotas sienten la ausencia, porque perciben todo. Dependiendo de la estructura comportamental de cada especie lo puede sufrir más o menos”, explicaron a Página/12 especialistas en comportamiento animal.
Como casi todo, la pandemia también trastocó las relaciones entre humanos y sus mascotas. Por eso, uno de los interrogantes con la reciente vuelta a la presencialidad es conocer qué ocurre con las mascotas cuando los dueños pasan largas horas fuera de casa.
“Los animales sienten el desapego, porque perciben todo. Dependiendo de la estructura comportamental de cada especie lo puede sufrir más o menos”, explicó a Página/12, Claudio Gerzovich Lis, médico veterinario y especialista en comportamiento animal.
Sucede que, el sentimiento de soledad o aburrimiento, generados sobre todo al principio de la pandemia cuando la cuarentena más estricta llevó a estar más tiempo en casa, ha motivado a familias en todo el mundo a incorporar una mascota a sus vidas. Tal como contó este diario, datos recopilados por distintas ONG y refugios a lo largo del país indicaron que hubo un “boom de adopciones”, con una aumento en las solicitudes de hasta en un 200 por ciento.
Por ejemplo, en El Campito, un refugio de animales localizado en Monte Grande, al sur del conurbano bonaerense, las adopciones llegaron a quintuplicarse. “Cuando empezó el boom, que duró los primeros cinco meses de pandemia, la gran preocupación era que las adopciones no tuvieran que ver con llevar un juguete a la casa. Para nuestra sorpresa lo que se vio tiene que ver con un grado de concientización importante”, dijo Sergio Moragues, director de la organización, en diálogo con Página/12.
El desapego y la “vuelta a la normalidad”
Ahora bien, la reducción de casos de coronavirus, gracias al avance del plan de vacunación a nivel país, y la consecuente “vuelta a la normalidad” provocó que muchas personas deban retomar sus actividades habituales y ya no pasan tanto tiempo con sus mascotas.
“Los animales sienten el desapego. Si antes no estaba solo y de repente eso cambia, lo siente”, agregço Gerzovich Lis. En ese sentido, el experto precisó que es necesario establecer una diferencia entre los perros y los gatos: “El perro que es un animal social, de grupo, por lo que el cambio de estar permanentemente acompañado a quedarse solo puede ser bastante traumático. Y esto lo expresa de muchas maneras. Por ejemplo, entra en un cuadro de ansiedad, que se manifiesta con ladridos, rompiendo cosas, o con una mayor actividad descontrolada adentro de la casa”.
En cambio, “el gato suele adaptarse mucho mejor porque es un animal fundamentalmente territorial y si bien la presencia humana no le es indiferente, no tiene la misma magnitud la separación que para el perro”, agregó.
Asimismo, se debe diferenciar entre perros adultos y cachorros, puesto que los adultos -en los casos que no hayan presentado problemas antes de la cuarentena- se van a adaptar al cambio de rutina. Mientras que, los cachorros, que muy probablemente llegaron al hogar poco antes del inicio del confinamiento, pueden padecer mucho más el desapego porque pasaron mucho tiempo con sus dueños.
“Hemos tenido algunas consultas sobre esto en el último tiempo”, contó el titular de El Campito. “Si a nosotros nos ha afectado la vuelta a la normalidad y nos cuesta acomodarnos, a los perros les pasa igual. El apego que se ha generado en este tiempo, con el animal acostumbrado a estar muchas horas con su dueño, puede generar algunos cambios en la conducta, pero se puede manejar”, agregó.
¿El humano es responsable?
Como parte del ciclo de la naturaleza, cuando una perra da a luz a una camada de cachorros, ella misma efectúa el proceso de desapego para que las crías maduren. Sin embargo, en la familia humana no se replica esa conducta. “La sociedad pasó de tratar al animal como cosa a considerarlo como un miembro más de la familia. Es decir, antes el perro era ‘algo’ que estaba en la terraza, atado, que nos cuidaba la casa, y esto atentaba contra el bienestar del animal. Ahora eso cambió, el perro es humanizado y eso no solo implica un trato con mayor cuidado, lo cual está muy bien y se celebra, sino que los humanos trasladan al perro manejos que incluso entre los humanos están mal. Por ejemplo, malcriarlo, no decirle que no a nada, no retarlo ni ponerle límites, y eso termina afectando su conducta emocional”, explicó Gerzovich Lis.
En esta misma línea, entonces, una crianza basada en el hiperapego provoca que los perros tengan ansiedad por separación. “Es uno de los trastornos más frecuentes que veo, con diferentes síntomas”, sumó el especialista, quien reconoció haber recibido muchas consultas sobre este tema en el último tiempo.
¿Cómo manejar y tratar el desapego?
En caso de observar conductas problemáticas en las mascotas -sobre todo en perros- es vital que el/ la dueño/a se haga cargo de una situación que él/ella mismo/a ha creado.
Según explicó el etólogo veterinario, los animales pueden manifestar su malestar de diferentes maneras: rompiendo cosas cuando está solo, entonces el humano ve destruida sus pertenencias al regresar a casa; ladrando sin parar cuando el dueño no está, esta conducta generalmente es alertada por los vecinos; o bien manifestando señales de sufriendo, como llanto o decaimiento, que los mismos dueños pueden percibir.
“La forma de manejar todo esto la mayoría de las veces es la terapia comportamental”, señaló Gerzovich Lis, aunque aclaró que cuando llegan a niveles importantes se requiere el uso de medicación.
Algunas recomendaciones para generar desapego y crear una rutina:
Los perros deben comer dos veces al día (mañana y noche) porque tienen digestiones de 12 horas. Por lo cual, no debe tener el alimento en el piso todo el día, sino solo unos 15 o 20 minutos y luego levantarlo.
No permitir que el perro siga al dueño a todos lados. Si se tiene la posibilidad, dejarlo en una zona de la casa, sin contacto, para practicar el desapego durante unas horas del día.
No hay necesidad de sacarlos tantas veces al día si se controla la ingesta de agua y alimentos con un horario ordenado.
Evitar la soledad absoluta: tratar de dejar al animal con alguien para que no sea tan brusco el cambio. En caso de que eso no sea posible, el dueño puede dejar una radio encendida (a un volumen moderado) y una prenda suya cerca del espacio del perro.
Si comienzan a aparecer problemas más graves, debe buscar ayuda profesional con un médico veterinario.