Los animales tienen cada vez más derechos y advierten que la “humanización” no es natural
Nos acompañan en las vacaciones, salen a correr sin quejarse, y hasta se acurrucan en nuestra cama. Las mascotas son parte de nuestra vida y de la familia. Esa sensación que se vive todos los días empezó a tener un marco legal por parte del Estado. En los últimos días, en la Ciudad se aprobó un permiso para llevarlas en subte y se lanzó una iniciativa para invitarlas a bares y restaurantes. Es que la demanda es alta. Según una encuesta oficial hecha en agosto, en el 59,3% de los hogares porteños hay mascotas.
Ellos también tienen derechos, y están siendo respaldados por diversas normativas. Lo de la ciudad de Buenos Aires no es aislado. En lo que va del mes, ya hubo cuatro casos relevantes. El Congreso votó la prohibición de las carreras de galgos en todo el territorio nacional. En Rosario, donde desde el año pasado una ordenanza permite trasladar animales en taxis y colectivos, se aprobó la creación de un cementerio público para mascotas. En Mendoza, un fallo consideró a una mona “sujeto de derechos” para autorizar su traslado a una reserva en Brasil y también en Capital, la Justicia les designó abogados a las tres elefantas del Zoo.
¿Hay una mayor toma de conciencia? “Se está peleando por eso”, responde a Clarín Martha Gutiérrez, presidenta de la Asociación para la Defensa de los Derechos del Animal (ADDA). “Los animales son seres que tienen que tener derechos, porque sufren y padecen como nosotros”, agrega, aunque sostiene que no deberían equipararse con los humanos: “Los animales no votan, por ejemplo. Ellos tienen otros derechos, que son no sufrir, no padecer”.
El derecho a “no sufrir” lo atraviesa todo, incluso lo más cotidiano. “Los animales tienen que ir en containers para viajes, porque sino las personas los pueden patear”, señala Gutiérrez. Se refiere al permiso para trasladar a mascotas en subte, aprobado por la Legislatura porteña. Se puede hacer los sábados, domingos y feriados, siempre dentro de bolsos. “Yo pedía un vagón especial, esa era mi propuesta. Pero, por lo menos, tienen que ir en un container”, remarca la presidenta de ADDA.
También en la Ciudad, se lanzó la iniciativa “Local amigo de las mascotas”, un sello que identificará los bares y restaurantes que permitan ir con animales domésticos a las mesas exteriores. “Es un poco confuso –opina Marcelo Ranieri, director de la Guía Pet Friendly–. Lo que hace el Gobierno es permitir ir a bares y restaurantes en la vereda. Pero lo que se considera pet friendly es dentro de local o en patios internos, no en la vereda. Es un principio de algo, pero no es considerado pet friendly”.
La tendencia “amigable” está en aumento. Según Ranieri, en un año se triplicó la cantidad de gente que va a lugares pet friendly en Argentina. “En la ciudad de Buenos Aires, hace cinco años había tres lugares de gastronomía y hoy son 25. También subió la cantidad de alojamientos: hay 40 porteños y cerca de 600 en todo el país. La calidad también es mejor: reciben a la mascota con agua y golosinas”, relata. El negocio es redondo, incluso contemplando que a algunas personas no les gustan los animales. “En un restaurante me dijeron: se va un cliente porque le molesta, pero me vienen 10 nuevos con perros”, dimensiona Ranieri.
Lugares que nos pertenecían –como subtes, restaurantes y aviones– hoy abren sus puertas a las mascotas. También otras prácticas, como el festejo de los cumpleaños, tienen versiones caninas. Se lo conoce como “humanización” y numerosos expertos alertan sobre sus riesgos. “No creo que lo de los subtes o restaurantes lo fomente”, opina Ricardo Bruno, veterinario especializado en comportamiento animal. “Yo creo que llevar a un animal a un restaurante es casi torturarlo –bromea– porque está fuera de su hábitat, queda acostado en el piso mirando a la nada, cuando seguramente esté mejor en su casa. ¿Cuál es el sentido de llevarlo a un restaurante? No se lo encuentro”.
Los expertos consultados celebran en cambio la prohibición de las carreras de perros (galgos y otras razas), en todo el país. La ley impone penas de hasta 4 años de prisión para quienes las organicen o participen y multas de hasta 80 mil pesos. Cuando el proyecto se debatía, en las redes sociales se reclamaba la “libertad” de estos animales. ¿Es otro derecho? “La libertad no puede ser total porque el perro se iría a la calle y lo puede pisar un auto. No puede tener la libertad de un humano”, responde Gutierrez. “Las personas somos las responsables de las mascotas, es nuestra obligación cubrir sus necesidades físicas y comportamentales. Esto es darles agua, alimento, un lugar de cobijo y permitirles exhibir sus patrones de conducta de la especie: por ejemplo, un perro necesita salir a caminar”, continúa.
En materia de derecho de animales hubo avances, pero todavía queda un largo camino por recorrer. “Que no haya riñas de animales, que no haya abuso en las sectas, que los cartoneros no usen caballos, que no se tiren a las langostas vivas al agua hirviendo para cocinarlas”, enumera Gutierrez. Y concluye: “Hay mucho para hablar”.
Fuente: Vanesa López cLARÍN