Cuba autoriza marcha de un grupo defensor de animales
En un hecho sin precedentes en Cuba, el domingo temprano, un grupo defensor de los animales tenía previsto alzar sus pancartas y recorrer kilómetro y medio (una milla) de una de las principales avenidas de La Habana para pedir el fin de la crueldad con los animales en la isla.
La manifestación, breve y aparentemente sencilla, escribirá una línea pequeña pero significativa en la historia de la Cuba moderna. El gobierno socialista ha autorizado de forma explícita una marcha pública no relacionada con ningún aspecto del amplio Estado comunista, una decisión que participantes e historiadores consideran muy inusual y quizá sin precedentes desde los primeros años de la revolución.
Poco antes de comenzar la marcha, unas 200 personas se juntaron en un parque.
“Es un hecho histórico”, dijo Beatriz del Carmen Hidalgo-Gato Batista, una estudiante de comunicaciones de 21 años que recibió el permiso para la marcha desde la Plaza de la Revolución de la capital.
“Es un hecho inédito”, comentó Alberto González, coorganizador de la marcha y editor de El Arca, una revista cubana en internet para amantes de los animales. “Esto va a ser un antes y un después”.
Desde poco después de su fundación, el gobierno comunista cubano solo ha permitido lo que describe como grupos de la “sociedad civil legítima” que son supervisados, patrocinados y gestionados por el Estado y el Partido Comunista. Esos grupos son elementos fijos de las congregaciones y marchas masivas organizadas por el Estado en feriados públicos.
La marcha de animalistas forma parte de un cambio más amplio en las relaciones entre el Estado y la sociedad independiente civil, con cubanos que intentan conseguir un cambio en su sociedad al mismo tiempo que dejan claro a todo el mundo, y en especial a las autoridades, que no tienen interés en cruzar la línea roja de la política.
El activismo por los derechos de los animales ha sido un buen caldo de cultivo para organizarse en Cuba, donde no hay leyes contra el maltrato a los animales y casi cada barrio tiene un vecino o dos que dedica horas a alimentar, atender y esterilizar a perros y gatos callejeros, en ocasiones con la ayuda de extranjeros que donaron suministros y fondos.
El país tiene un grupo animalista reconocido oficialmente, Aniplant, y quizá otra docena de organizaciones pequeñas no estatales en La Habana y otras ciudades grandes. En los últimos años, los grupos han reunido miles de firmas pidiendo una ley de protección a los animales, sin éxito por ahora.