Efectos del fracking en fuentes de agua potable

Hay una sola industria a la que se le permite inyectar químicos tóxicos en fuentes subterráneas de agua potable: la industria del fracking. La actividad ha sido motivo de preocupación para la clase política estadounidense y para las comunidades de todo el país, pero quizás para ninguna lo haya sido tanto como para Pavillion (Wyoming), pequeño pueblo de 231 habitantes.
Un nuevo estudio concluye por primera vez que las operaciones de fractura hidráulica llevadas a cabo cerca de Pavillion, han tenido un claro efecto en las fuentes subterráneas de agua potable. La investigación describe un panorama de prácticas poco seguras, entre ellas, el vertido de fluidos de perforación y producción que contienen gasoil, altas concentraciones químicas en piletas a cielo abierto y una falta de cementación adecuada para proteger el agua subterránea.
El área de explotación ha estado en manos de distintas empresas desde 1960, pero fueron los operadores de fracking quienes han utilizado ácido y tratamientos químicos para fracturación hidráulica a poca profundidad, en el mismo nivel en el que se hallan los pozos de agua de la zona.
Como parte del agua que se inyecta en el subsuelo, las empresas utilizan compuestos no divulgados que pueden contener químicos peligrosos como el benceno y el xileno. Cuando el agua residual vuelve a la superficie suele contener estos químicos junto con una serie de otras sustancias naturales potencialmente peligrosas.
En 2008, los habitantes de Pavillion se quejaron del mal olor y sabor del agua potable y plantearon que esto podría estar relacionado con dolencias físicas. En 2011, la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por su sigla en inglés) emitió un informe preliminar que colocó al pequeño pueblo en el epicentro de un debate cada vez más amplio sobre el fracking.
El informe mencionado, que vinculaba el fracking de poca profundidad con compuestos tóxicos hallados en acuíferos, fue duramente criticado por la industria de la perforación y los entes reguladores de petróleo y gas. Tres años después, sin haber concluido la investigación, la EPA dejó el informe en manos del estado de Wyoming. Este hizo públicos una serie de informes sin conclusiones firmes y el mes pasado anunció que no tiene planes concretos para continuar con el estudio. Mientras tanto, la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades aconsejó a los habitantes de la zona que evitaran utilizar el agua corriente para bañarse, cocinar o para consumo.
Ahora, el nuevo estudio de Stanford da un paso más que el informe de 2011 de la EPA y documenta no solo la presencia de químicos del fracking en fuentes subterráneas de agua potable sino también por qué estos hacen que el agua resulte insegura para el consumo humano.

Fuente: OPSur

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