El cambio climático condenará a abstinencia sexual a millones de reptiles
Existen determinadas clases de reptiles que, a diferencia de los humanos, por ejemplo, no determinan el sexo de sus crías en el momento de la fecundación, sino que lo acaban decidiendo otros factores ajenos a la especie, como el calor que recibirán los embriones en el momento de la incubación.
La mayoría de tortugas terrestres y acuáticas son un claro ejemplo de estas especies que concretan su sexualidad por temperatura, pero también les ocurre a muchas clases de lagartos, a los tuátaras (reptiles endémicos de las islas aledañas a Nueva Zelanda) y a los cocodrilos; aunque afecte a cada especie de un modo distinto.
La comunidad científica centra ahora su atención en las tortugas, ya que el cambio climático que está afectando buena parte del planeta está provocando un aumento considerable de nacimientos de tortugas hembra. Según los expertos, lo que a priori es positivo, porque garantiza más posibilidades de reproducción futura, puede acabar siendo contraproducente.
Un estudio realizado en la Gran Barrera de Coral, en Australia, verificó que las tortugas verdes procedentes de las playas de anidación más cálidas, nacieron hembras en más del 99% de los casos. Se trataría de una situación que, de no remediarse, podría llevar a la especie al colapso.
Para el Centre de Recuperació d’Animals Marins (CRAM) la situación que viven las tortugas es preocupante desde el punto de vista de garantía reproductiva. Pero para los expertos, este fenómeno climatológico podría justificar el inusual comportamiento que las tortugas bobas están teniendo con nuestro entorno.
“Podríamos empezar a comprender por qué las tortugas bobas, desde hace un tiempo, anidan con mucha más frecuencia en playas que hasta ahora no eran habituales en ellas, como las catalanas”, explica Elsa Jiménez. Según la entidad, “las tortugas podrían así estar corrigiendo los efectos del clima, poniendo las puestas en costas de temperatura más fría”, abandonando poco a poco la tendencia natural de desovar en litorales como el norteafricano, de clima más cálido.
De este modo, las tortugas podrían así incidir para equilibrar la población masculina de la especie. La experta del CRAM insiste en señalar que son sólo hipótesis que están en fase de investigación.
El estudio que se está efectuando sobre la puesta de huevos de tortuga boba en la playa de Mataró –durante el pasado mes de junio- y el posterior nacimiento de más de un centenar de ejemplares “debería de servir para averiguar algo más sobre esta nueva predilección de las tortugas por nuestras playas”, explica Jiménez.
Precisamente, sobre esta puesta, el CRAM utilizó una temperatura neutral en la incubación de los huevos que custodiaron en el centro para garantizar el equilibro entre machos y hembras. “Para lograrlo situamos el calor de las incubadoras a 29 grados, lo que garantizó que la mitad serían machos y la otra mitad hembras”. Los estudios realizados al respecto, determinan que todos aquellos huevos sometidos a mayor temperatura nacen hembras, mientras que los que se sitúan por debajo lo hacen machos.