El cambio climático favorece la calamidad agrícola

Un estudio publicado en Frontiers in Ecology and the Environment informó que el calentamiento global resulta beneficioso para las plagas de insectos.
Los científicos llegaron a esta conclusión analizando la respuesta de las poblaciones de plagas agrícolas al aumento de las temperaturas.
Los estragos que generan las plagas en los cultivos del planeta se traducen en un 18% de pérdidas anuales. Es una realidad carcomida, no solo para la economía que invierte millones en pesticidas y métodos de control biológico, sino por los daños catastróficos de las tierras ya despojadas de sus ecosistemas originales. No podía ser de otro modo: las prácticas agrarias tan necesarias para la producción de alimentos no se declaran saludables. Y para apurar la olla, hemos calentado el caldo con una buena dosis de gases de efecto invernadero. El cambio climático, no solo reduce la calidad nutricional de los vegeteles, sino que además es una catapulta magistral para el éxito de las plagas.
Ahora, una investigación llevada a cabo en la la Universidad de Estocolmo y liderada por Philipp Lehmann profundizó en los efectos complejos de la crisis ambiental sobre las plagas agrícolas. Los científicos realizaron un metaanálisis de 105 publicaciones previas sobre plagas en la agricultura y silvicultura, registrando la respuesta de 31 especies de insectos al calentamiento global de la temperatura media anual según 4 parámetros clave: colonización, esperanza de vida, dinámica de la población y relaciones tróficas.
De las 31 especies analizadas, únicamente 2 no manifestaron respuesta al cambio climático; 13 fueron positivas; y la reacción de las 16 plagas restantes fue mixta: muestran respuestas positivas y negativas dependiendo de la latitud y las relaciones tróficas de las especies.
Un punto importante a destacar es la ágil respuesta evolutiva de los insectos. Por ejemplo, en Europa el calentamiento global provocó una discrepancia entre la maduración de los brotes en los robles (Quercus spp ) y el desarrollo de las orugas de la polilla de invierno (Operophtera brumata). Inicialmente, esto condujo a una disminución temporal de la población, pero luego éstas se adaptaron con raṕidez comenzando su temporada de crecimiento más temprano.
Finalmente, mediante un análisis de regresión lineal los autores lograron predecir la respuesta de las plagas en el futuro. Para ello, examinaron la respuesta de los insectos a la relación cambiante de temperaturas reales y óptimas para su existencia. El análisis abarcó cuatro períodos de tiempo: histórico (todo el historial de observaciones), actual, futuro cercano y perspectiva a largo plazo.
Asegurada la prosperidad del daño ambiental para las generaciones venideras, queda cuestionarnos si no seremos nosotros la plaga más destructiva.
El ser humano, importador y exportador de perjuicios, mercader de biota, una y otra vez, corrompiendo el equilibrio soberano.

Fuente: Esta noticia ha sido publicada originalmente en la revista N+1, ciencia que suma https://nmas1.org

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