El cambio climático provoca una sequía en el Ebro en pleno invierno

EDUARDO BAYONA.
La cuenca del Ebro presenta, en pleno invierno y nada más finalizar la época tradicionalmente más húmeda del año, unos inquietantes registros hidrológicos que perfilan una situación de sequía: dos de sus principales afluentes, el Aragón y el Gállego, no alcanzan el caudal ecológico en sus desembocaduras en Caparroso y Zaragoza pese a tratarse de cauces con embalses; otros ríos, como el navarro Irati, el burgalés Bayas, el riojano Najerilla o el alavés Zadorra, llevan días registrando picos por debajo del nivel necesario para garantizar la supervivencia de sus ecosistemas; algunos, como el oscense Ésera y los turolenses Híjar y Martín, llevan días al límite de sus necesidades ambientales, y los hay, por último, que bajan secos en diciembre, caso del Cidacos en Arnedillo.
Y este cuadro, ratificado por los datos del SAIH (Sistema Automático de Información Hidrológica) de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) y que incluye que el río pasara por Zaragoza hace unos días con un margen de solo 13 metros cúbicos por segundo sobre el caudal ambiental, no tiene visos de mejorar. Al menos a corto plazo.
Mientras las previsiones apuntan a que esta semana pueden caer leves precipitaciones, los datos que maneja la Comisaría de Aguas de la CHE indican que no hay reservas de nieve en las cumbres de Cantabria, Euskadi y Navarra, que en Huesca y Lleida queda un tercio de la que sería normal por estas fechas -133 hectómetros cúbicos por 387- y que, como consecuencia de esa escasez, los ríos han aportado en cuatro meses apenas la mitad de los recursos que en un año medio -856 millones de metros cúbicos por 1.432-.

Fuente: http://www.publico.es/

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