El cambio climático puede causar hasta 250.000 muertes al año

El cambio climático puede afectar a la salud de diversas maneras. Por ejemplo, alterando el ámbito geográfico y la estacionalidad de algunas enfermedades infecciosas, perturbando los ecosistemas de producción de alimentos y aumentando la frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos como los huracanes.
En los últimos 130 años, el mundo se ha calentado alrededor de 0,85 grados pero ha sido en las tres últimas décadas cuando la situación se ha agravado de forma dramática. Naciones Unidas advierte. Entre 2030 y 2050, el cambio climático causará alrededor de 250.000 muertes cada año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico. De aquí a 2030, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que el coste de los daños directos para la salud se situará entre los 2.000 y los 4.000 millones de dólares. Y las zonas con malas infraestructuras sanitarias, la mayoría de ellas ubicadas en los países en desarrollo, serán las menos capacitadas para prepararse ante los cambios producidos por el calentamiento global.
Inundaciones, sequías, mortalidad relacionada con el calor, dolencias transmitidas por el agua… todas estas cuestiones están relacionadas de forma directa por el calentamiento que sufre el planeta. Muchas de las enfermedades más mortíferas, como las diarreas, la malnutrición, la malaria y el dengue son muy sensibles al clima y es previsible que se agraven en el futuro.
Aunque todas las poblaciones se van a ver afectadas por el cambio climático, lo cierto es que hay colectivos más vulnerables. De entre ellos sobresalen los niños, en particular los de los países pobres.
Las zonas con infraestructuras sanitarias deficientes, la mayoría en países en desarrollo, son las que tendrán más dificultades para prepararse y responder si no reciben asistencia. Es también en estos países, sobre todo de Asia y África, donde suceden casi el 90% de las muertes ocasionadas por la polución, tal y como ha informado en las últimas horas las OMS. Porque nueve de cada diez habitantes del mundo vive en lugares con altos niveles de contaminación. Y suceden paradojas como las de EEUU, uno de los países más contaminantes del planeta y, a la vez, uno de los menos contaminados, según la propia agencia de Naciones Unidas.
Desde hace algunos años, numerosas instituciones públicas abogan por impulsar políticas y concienciar a la población de que existen acciones que pueden reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y reportar importantes beneficios colaterales para la salud. “Por ejemplo, el fomento del uso seguro del transporte público y de formas de desplazamiento activas —a pie o en bicicleta como alternativa a los vehículos privados— podría reducir las emisiones de dióxido de carbono y la carga que supone la contaminación del aire en las viviendas y la contaminación atmosférica, que cada año provocan unos 4,3 millones y 3,7 millones de defunciones, respectivamente”, sostiene la OMS en uno de sus informes.

Fuente: http://www.lamarea.com/

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