El fascinante mundo del pingüino emperador

Durante el invierno, ventiscas de 200 km por hora son parte del ambiente cotidiano de estas criaturas.
El pingüino emperador se encuentra muy bien preparado para sobrevivir ante el clima de la Antártida. Su cuerpo está forrado por cuatro capas de plumas que lo protegen de los vientos gélidos y sirven como un abrigo impermeable.
Por otra parte, es capaz de almacenar grandes cantidades de grasa, una fuente energética esencial y una manera de aislar el organismo del frío.
Otras adaptaciones del pingüino emperador igualmente importantes son su pequeño pico y sus aletas, que le permiten conservar el calor, así como cavidades nasales que ayudan a regular la temperatura. El sistema circulatorio facilita reciclar el calor dentro del propio organismo.
Una de las interrogantes más lógicas que nos pasan por la mente ante un pingüino emperador es cómo se desplaza en un territorio tan agreste y resbaladizo. Pues tienen dos vías fundamentales: sus fuertes zarpas que le permiten agarrarse de la superficie y la habilidad para deslizarse sobre sus barrigas empujando con las patas. El espectáculo es realmente gracioso y digno de observar.
Los pingüinos emperadores tienen excelentes habilidades para moverse en el mar. Sus cuerpos aerodinámicos y el par de aletas dorsales les posibilitan un deslizamiento grácil y seguro, llegando a alcanzar grandes velocidades al nadar.
Son también las aves que bucean a mayor profundidad (365 metros) y soportan más de 20 minutos bajo el agua.
Sin dudas, el comportamiento más maravilloso de los pingüinos emperadores es lo que llamaremos la marcha del amor. En marzo, cuando comienza el invierno, estas aves atraviesan 80 km de hielo y ventiscas para reunirse y aparearse. Las hembras llegan primero y realizan una serie de cortejos para atraer a los machos.
Durante cada etapa de apareamiento, los pingüinos son monógamos. En mayo-junio las hembras les dejan los huevos a los machos para que los incuben y viajan a buscar alimentos al mar para regresar y alimentar a sus polluelos.
Los machos de los pingüinos emperadores logran incubar los huevos que sus compañeras han dejado a su cuidado balanceándolos entre sus patas y cubriéndolos con piel emplumada. De este modo, se mantienen calientes y seguros durante dos meses.
A fines de julio tiene lugar el regreso de las hembras del pingüino emperador. Las mismas vienen cargadas de comida en sus panzas, la cual entregarán a sus polluelos regurgitada. Entonces los machos vuelven al mar en busca de su propio alimento.
Lamentablemente, los pingüinos emperadores están considerados como animales amenazados de extinción.
Se espera que en los próximos años su población decline considerablemente ante la influencia del calentamiento global sobre sus hábitats.

Fuente: HERNAN ROBLE - Batanga

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