La obesidad también afecta a nuestras mascotas

Muchos propietarios podrían atiborrar a sus mascotas. Lo hacen, sin duda, en un gesto de cariño. Llenan su recipiente de alimento y además ofrecen durante toda la jornada, un plus de golosinas de todo tipo y otros manjares ( patés, salchichas, embutidos, etc). Ceder es fácil ante esas suplicantes miradas….. Épocas de bonanza en las sociedades modernas, vemos van unidas a sobre alimentación y mascotas con sobrepeso; seguro que esto no sucede en grupos y tribus recolectoras, donde el alimento es un preciado tesoro. Lo cierto es que la mascota demandante de cariño y alimentos, parece no tener límite en cuanto a su gula, y finalmente se aleja drásticamente de su peso óptimo. Podrían aparecer las temidas alteraciones de salud asociadas a este moderno mal de nuestro actual mundo.
El afectado se cansa pronto en el paseo o durante el juego, y se hace más sedentario. No puede seguir el ritmo de antaño o de sus compañeros más en forma, y rehúsa al ejercicio. Se cierra así un «circulo vicioso»: como más, me muevo menos, engordo más. Pero los excesos alimentarios seguirán minando su salud como un enemigo invisible. Nuestros gatos y perros sobrecargarán las articulaciones de manera inexorable. Así, las extremidades anteriores podrían encorvarse de manera alarmante al sobre estirarse sus ligamentos y tendones. Fruto de todo ello, aparecerá en un buen número de casos la artrosis por sobrecarga. Pero el vínculo obesidad- enfermedad no termina lamentablemente ahí. Vemos como un gran número de afectados comienzan a ofrecer resistencia a la glucosa, primero, y diabetes melitus, a la postre. La grasa infiltrara todos los rincones del organismo y podrá anegar los receptores de la propia insulina, que dejará de ser eficaz, produciendo principalmente en gatos, diabetes mellitus tipo II secundaria a obesidad.
Aumento de la resistencia vascular, aumento de la presión arterial , corazones forzados y cardiopatias. Además, la termo regulación se dificulta, el jadeo aparece de continuo y el golpe de calor se acrecienta. Pero aún, con todas estas evidencias, cedemos a las miradas implorantes y mimamos con la comida. Mala elección, sin duda, ya que será mejor dar cariño con la palabra y la caricia y ofrecer una ración justamente equilibrada. Pero curiosamente, el comportamiento inconscientemente complaciente del propietario, no siempre es la causa detonante. Nuestro perro o gato podrían estar previamente predispuestos a la obesidad. Los desequilibrios hormonales pueden ser la explicación. Así, el Hipotiroidismo canino es harto frecuente. Con la tiroxina baja, nuestro animal come de normal a poco, pero «no quema». Su metabolismo basal disminuye, su temperatura también, sus latidos cardíacos serán más lentos, su ritmo de actividad más cansino. Es decir, todo se «ralentiza» en el paciente hipotiroideo.

Fuente: Carmen Aniorte - http://www.abc.es/

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