Los bosques: los pulmones del mundo

Los bosques son ricos ecosistemas de árboles con muy variada biodiversidad, tanto de fauna y flora, con suelos ricos en humus y variadas plantas aromáticas, helechos, arbustos, hierbas, musgos, líquenes y hongos, conformando estos lo que se denomina sotobosque, que hace de este bioma uno de los más importantes para la Biosfera del planeta.
Los bosques primitivos o primarios son aquellos que no han tenido intervención humana, o bien es tan mínima que no llega a afectar a la biodiversidad. Los secundarios son los bosques que han sido salvados y regenerados después de una tala parcial o total. Y como bien su nombre lo dice, los bosques artificiales son los que han sido recreados por el hombre, ya sea para conservación de las especies o para la obtención de maderas. Protector, secundario, de galería o mediterráneo son solo alguna de las denominaciones, según su característica, pero con una misma constante: ser magníficos espacios de biodiversidad.
Los bosques, en su interior generan un microclima con elevada humedad y temperatura controlada en sus extremos, amortigua vientos y crea las condiciones adecuadas para favorecer la creación de vida, desde la microfauna a los grandes herbívoros, de la micología a las bayas hasta el aprovechamiento forestal de madera y corcho; frutos como la castaña y la nuez, creando riqueza y empleo sostenible fijando la población periférica y desarrollando actividad industrial y artesana en acción transformadora de esa actividad forestal, ganadera y/o gastronómica.
La función depuradora del aire, por la absorción del dióxido de carbono (CO2), es un más que notable valor añadido ya que contribuye a ralentizar el cambio climático, el preocupante calentamiento global. Cuando se destruyen los bosques se liberan cantidades inmensas de CO2, lo que contribuye al agravamiento del cambio climático. De hecho, la deforestación y los cambios de uso de la tierra son responsables de una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Hace ocho mil años, grandes extensiones de bosque primario cubrían casi la mitad de la superficie del planeta. Hoy sólo queda una quinta parte del bosque original intacto, el resto ha sido destruido, degradado o fragmentado por una actividad humana implacable. Las amenazas que se ciernen sobre los bosques primarios tienen distintas causas que afectan de manera diferente a los tipos de bosques y regiones del mundo, y varían también con el estado de desarrollo socioeconómico de los países. Las cifras de la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO) son rotundas en lo referente a la deforestación: a nivel mundial, cada año se pierden 13 millones de hectáreas de bosques.
La situación es más que preocupante, por los peligros a los que se enfrentan los bosques. Los incendios forestales, tanto naturales como provocados, la depredación humana – caza y talas incontroladas- agravan el estado actual de los mismos, ya que elimina masa arbórea y plantas del suelo, con las nefastas consecuencias que supone la eliminación de la cadena trófica, al afectar a insectos polinizadores, fotófagos o depredadores. A esto hay que añadir los efectos que la desprotección del suelo origina; erosión por el viento y el agua que produce colmatación de sedimentos en ríos, arroyos y embalses.
La lluvia ácida, provocada por la contaminación del aire, básicamente provocada por óxidos y dióxidos de nitrógeno y azufre procedentes de centrales térmicas, vehículos o polígonos industriales químicos, que al reaccionar con el oxígeno del aire originan nitritos y ácidos que provocan la contaminación de suelos (nutrientes) y defoliación.

Fuente: http://andaluciainformacion.es/

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