Los humanos estamos revirtiendo el reloj climático 50 millones de años
Hace 50 millones de años, la Tierra era un lugar muy distinto. En todas partes, la temperatura era 13º más alta. El Ártico no existía, eran bosques llenos de fango en donde los primeros mamíferos empezaron su camino. Pocas de las plantas y animales que hoy conocemos habían aparecido. Y, por supuesto, los seres humanos no estábamos en el panorama. Un nuevo análisis llegó a la conclusión de que, si no frenamos el calentamiento global, dentro de 100 años, la Tierra podría parecerse a ese escenario.
Según el nuevo estudio, publicado en PNAS, para 2030 se espera que el clima de la Tierra se asemeje al de Plioceno medio, que se remonta a más de 3 millones de años en el tiempo geológico. Sin reducciones en nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, nuestros climas en 2150 podrían compararse con el Eoceno cálido y casi sin hielo, una época que caracterizó al mundo hace 50 millones de años.
Todas las especies en la Tierra de hoy tenían un antepasado que sobrevivió al Eoceno y al Plioceno, pero aún queda por ver si los humanos y la flora y fauna con la que estamos familiarizados pueden adaptarse a estos rápidos cambios. La tasa de cambio acelerado parece ser más rápida que cualquier otra cosa que la vida en el planeta haya experimentado antes.
“Podemos usar el pasado como criterio para entender el futuro, que es muy diferente de todo lo que hemos experimentado en nuestras vidas –dice Williams–. Las personas tienen dificultades para proyectar cómo será el mundo dentro de cinco o diez años. Esta es una herramienta para predecir eso: cómo avanzamos por esos caminos y usando análogos geológicos profundos de la historia de la Tierra para pensar sobre los cambios en el tiempo”.
Durante el Eoceno, los continentes de la Tierra se agruparon más estrechamente y las temperaturas globales fueron de un promedio de 13º C más altas que en la actualidad. Los dinosaurios se habían extinguido recientemente y los primeros mamíferos, como las ballenas y los caballos ancestrales, se estaban extendiendo por todo el mundo. El Ártico estaba ocupado por bosques pantanosos como los que se encuentran hoy en el sur de Estados Unidos.
En el Plioceno, América del Norte y del Sur se unieron tectónicamente, el clima era árido, los puentes de tierra permitieron que los animales se extendieran por los continentes y se formó el Himalaya. Las temperaturas estuvieron entre 1,8º C a 3,6º C más altas que las actuales.
En su artículo, los investigadores intentan encontrar un equilibrio entre la alarma y el optimismo. Por un lado, la Tierra se dirige a lo desconocido en la vida de nuestros hijos y nietos y, por otro lado, vida ha demostrado ser resistente. Y, dice Williams, en muchos lugares nos estamos alejando de los combustibles fósiles hacia fuentes de energía más sostenibles y libres de carbono; pero se necesita hacer más.
“Hemos visto que suceden grandes cosas en la historia de la Tierra: las nuevas especies evolucionaron, la vida persiste y las especies sobreviven. Pero muchas especies se perderán, y vivimos en este planeta –afirma Williams–. Estas son cosas por las que debemos preocuparnos, por lo que este trabajo nos señala cómo podemos usar nuestra historia y la historia de la Tierra para comprender los cambios actuales y cómo podemos adaptarnos mejor”.