Maltrato animal en Alemania
Las organizaciones Soko Tierschutz y Cruelty Free International han compartido las imágenes que captó un infiltrado en un centro que experimenta con animales para fabricar medicamentos. Ahora las autoridades investigan dichas prácticas.
Monos viviendo en cubículos de apenas un metro cúbico y retenidos por el cuello para ser objeto de experimentos. Gatos con las patas al desnudo para dejar vía libre a jeringuillas e inyecciones. Perros descansando exhaustos en jaulas llenas de sangre. Estas son algunas de las duras imágenes que han revelado los activistas de Soko Tierschutz y Cruelty Free International sobre la realidad que se vive en un laboratorio que experimenta con animales en Alemania.
Un miembro de estas consiguió infiltrarse en el Laboratorio de Farmacología y Toxicología, denunciando prácticas abusivas contra los animales con los que allí se testaban los medicamentos. “Creemos que la escala de este abuso y el inimaginable sufrimiento de gatos, perros y monos es ilegal. Sin embargo, esta es la realidad de la vida de los animales de laboratorio y no puede continuar ni un minuto más”, aseguran desde Cruelty Free International en un comunicado en su web en el que recogen firmas contra estas prácticas.
Después de que las organizaciones se pusieron en contacto con las autoridades, estas comenzaron a investigar las actividades del laboratorio, según publica el diario alemán Süddeutsche Zeitung, periódico que reveló inicialmente esta situación. Esta polémica llega ahora a Alemania, cuando precisamente se encuentra bajo el foco de Bruselas después de que la Unión Europea haya instado a los países miembros a adoptar la directiva 2010/63 que obliga a reducir los experimentos con animales y Alemania todavía no haya realizado una transposición adecuada de dichas medidas.
La fiscalía alemana ya ha iniciado una investigación después de haber recibido varias demandas al respecto, según informa El País. Sin embargo, desde la institución advierten que el proceso puede durar varios meses y que no todas las imágenes captadas, pese a la crueldad que puedan desprender, constituyen necesariamente delitos o violaciones de la legislación.