Para evitar más pandemias se necesita controlar el tráfico ilegal de fauna y flora silvestre

Elefantes, rinocerontes, pangolines, felinos, reptiles, peces, pájaros y madera de árboles protegidos continúan siendo traficados masivamente alrededor del mundo con un potencial impacto en la salud humana. Además, la crisis del COVID-19 parece estar siendo aprovechada por los delincuentes para promover la caza ilegal y ofrecer curas a la enfermedad hechas con productos animales. Se necesita una fuerte legislación y cooperación entre países para detener estos delitos, revela un nuevo estudio de la ONU.
Entre 1998 y 2018 se incautaron casi 6000 especies diferentes destinadas al tráfico ilegal de vida silvestre, no sólo mamíferos, pero también reptiles, corales, pájaros y peces, asegura un nuevo informe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Droga y el Delito.
La base de datos creada por la Oficina en colaboración con la secretaría de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre CITES ha registrado casi 180.000 incautaciones hasta el 2017. Miles más no han podido ser detenidas, y los números no incluyen la caza ilegal, generalizada en varias partes del mundo.
La actual pandemia de COVID-19 y sus intensas consecuencias sobre la vida humana y la economía han ilustrado el impacto global de las enfermedades zoonóticas, para las cuales el comercio legal e ilegal de vida silvestre es un vector importante, recalca el estudio.
Las interacciones de animal a humano, cada vez más frecuentes, incrementan la probabilidad de transmisión de patógenos entre ambas especies, y la vida silvestre conseguida de manera ilegal está al margen de cualquier control sanitario y expone a los humanos a la transmisión de nuevos virus.
Las enfermedades zoonóticas representan hasta el 75 por ciento de todas las enfermedades infecciosas emergentes e incluyen el SARS-CoV-2 que causó la pandemia de COVID-19. El informe señala que los pangolines, que se identificaron como una fuente potencial de coronavirus, son los mamíferos salvajes más traficados en el mundo.
Sin interferencia humana a través de la captura, sacrificio, venta, tráfico, comercio y consumo de vida silvestre, la evolución y transmisión del coronavirus que causa el COVID-19 habría sido altamente improbable, asegura el informe.
Un problema mundial
El tráfico de vida silvestre es actualmente tan variado, que ninguna especie representa más del 5% de las incautaciones, tampoco hay un solo país que sea la fuente de más del 9% de los envíos capturados.
Hasta el momento se han identificado sospechosos de este tipo de tráfico de más de 150 nacionalidades, lo que ilustra que en realidad se trata de un problema mundial.
Entre 2009 y 2013, las especies arbóreas más traficadas fueron las de palo de rosa (un 40,7% de las incautaciones), codiciadas por sus maderas procedentes de las zonas intertropicales y subtropicales de África, América y Asia. Los elefantes ocupaban el segundo lugar con el 33,1%, seguidos por los rinocerontes con el 5,5%, reptiles variados con el 4,3% y pangolines con el 4%.
En los últimos años el tráfico de pangolines y rinocerontes ha aumentado a un 13,9% y 11,8% respectivamente, mientras que el de elefantes ha bajado a un 30,6% y el de palo de rosa a 31,7%. Otros animales, como tortugas marinas y de agua dulce, corales, felinos, loros y corales, se mantienen también dentro de los más incautados.
La caza furtiva, la trata y el movimiento ilegal de grandes volúmenes de varias especies protegidas y sus productos derivados a través de fronteras regionales, nacionales e internacionales continúan sin disminución. En 2019, y la primera mitad de 2020 también se han continuado viendo varias incautaciones importantes de marfil, cuernos de rinocerontes, pangolines y palo de rosa.
La UNODC advierte que también se está viendo una consolidación geográfica de las rutas de tráfico, con Nigeria y Vietnam emergiendo como fuentes, envíos y países de tránsito clave.
Se necesita legislación
El informe recuerda que los delitos contra la vida silvestre son graves y ningún país es inmune a estos crímenes que afectan la biodiversidad, la salud humana, la seguridad nacional, el desarrollo socioeconómico, y les llenan los bolsillos a los delincuentes.
“Como cada país puede ser una fuente, tránsito o destino, cada uno tiene un papel que desempeñar en la actuación para prevenir y abordar estos crímenes mediante la interrupción y la disuasión. El crimen de vida silvestre, como otros crímenes organizados, debe ser abordado a través de un enfoque integral que apunte a los pilares complementarios de oferta y demanda y a los medios de vida”, asegura la Oficina de la ONU contra las Drogas y el Delito.
A pesar de las incautaciones a gran escala, las investigaciones son desproporcionadamente bajas. Sin embargo, la Oficina recalca que varios países africanos y asiáticos han asegurado un número creciente de condenas por delitos contra la vida silvestre. Para que esta tendencia continúe, se necesita un mayor compromiso político y cooperación entre países para interrumpir a las organizaciones criminales.
Además de establecer el tráfico ilícito de especies protegidas como un delito grave dentro de la legislación de cada país, el comercio ilegal podría ser más controlado si los Estados consideran prohibir la entrada, salida y posesión de productos conseguidos ilegalmente en cualquier otro lugar del mundo.
Abordar vulnerabilidades en la legislación, tanto domésticas como internacionales, también puede ayudar a reducir las oportunidades de trata. El informe asegura que se necesita coherencia y armonización de la legislación dentro de los países y en todas las regiones para evitar los desplazamientos del delito a zonas con penas más bajas. Esto también podría mejorar con investigaciones fronterizas y una mayor cooperación judicial.
El impacto de la pandemia
Los impactos de la pandemia de COVID-19 sobre prácticas de caza furtiva, tráfico de especies silvestres y consumo de especies silvestres aún no está claro.
Mientras que las restricciones globales de viaje y otros factores tendrán un impacto en la escala, debido a los métodos de transporte y modo general de operaciones de grupos criminales que ejercen este comercio, es altamente probable que el tráfico de vida silvestre no haya disminuido sustancialmente.
Aunque puede haber algunas interrupciones a corto plazo, los compradores y vendedores probablemente se reorganizarán y aumentarán el enfoque virtual de sus canales comerciales y mecanismos relacionados.
Además, el aumento de la caza furtiva debido a las disminuciones en el turismo y el aumento de la pobreza son riesgos “realistas”, asegura el informe.
Los cierres de parques y áreas protegidas, así como una disminución en patrullas de guardaparques ya han contribuido a aumentar las actividades de caza furtiva en algunos países.
Además, los productos de vida silvestre pueden promocionarse como “curas” para COVID-19, notablemente la bilis de oso y especies de planta utilizadas en la medicina china tradicional.
El estudio asegura que, aunque todavía es muy temprano para observar tendencias claras, las medidas de bloqueo de los gobiernos han obligado a los grupos delictivos organizados a adaptarse y cambiar rápidamente su dinámica.

Fuente: Laura Quiñones - https://news.un.org

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