Proponen enfriar el planeta llenando de sal a las nubes.

Un grupo de científicos trabaja en un laboratorio en la costa del Pacífico de Estados Unidos en lo que algún día podría convertirse en una nueva y controvertida vía para combatir el cambio climático: las nubes.
El proyecto se basa en lanzar una fina niebla de partículas de agua salada a la alta atmósfera para aumentar la cantidad de luz solar que las nubes reflejan hacia el espacio.
“Si pudiéramos devolver hacia el espacio mucha de esa radiación y no permitir que fuera absorbida por el planeta, lo enfriaríamos”, afirmó el científico Tom Ackerman, que dirige las pruebas en el Instituto para el estudio de la atmósfera y el océano de la Universidad de Washington.
El fenómeno se observó en primer lugar con los buques de carga, cuyas chimeneas dejan nubes “iluminadas” a su paso con las partículas microscópicas. El equipo de Ackerman cree que se podría recrear utilizando partículas de sal para reducir la radiación solar absorbida por el océano.
Las simulaciones iniciales realizadas por computadora arrojaron resultados prometedores. Sin embargo, Ackerman afirma que no tienen a nadie que les financie experimentos sobre el terreno y que los grupos ecologistas amenazan con sabotearlos.
Otros investigadores de Estados Unidos, Reino Unido o Alemania que trabajan en sofisticadas tecnologías para reducir el cambio climático -con técnicas como disminuir el brillo de los rayos del sol con aerosoles estratosféricos o provocar un incremento del fitoplancton que absorba dióxido de carbono de los mares-, enfrentan obstáculos semejantes.
El punto clave del debate no es si el hombre podrá practicar algún día la geoingeniería para enfriar el planeta, sino si debería hacerlo.
“Las personas tienden a decir de manera instintiva que estamos jugando con la madre naturaleza y opinan que no deberíamos hacerlo”, declara Ackerman. Pero al quemar combustibles fósiles “ya estamos añadiendo dióxido de carbono a la atmósfera y esto no parece importarle a nadie”.
Como resultado del aumento de las cantidades de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero, se estima que la temperatura de la tierra aumentará al menos unos cuatro grados en este siglo.

Observadores temen que esta clase de propuestas alternativas debiliten la voluntad política existente para cumplir con el Plan A: el de reducir emisiones mediante el recorte de la utilización de combustibles fósiles. Foto: Magda Ehlers

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