Agresividad canina
Lo primero que tenemos que hacer cuando el animal presenta un comportamiento agresivo es admitir el problema, porque va a permanecer en el futuro a menos que lo tratemos. Se debe seguir minuciosamente las instrucciones del adiestrador, ya que es una dura y complicada batalla a la que nos enfrentamos. Los perros naturalmente son resistentes a las modificaciones de la conducta predatoria ofensiva y se debe invertir mucho tiempo hasta lograr nuestro objetivo. El comportamiento agresivo es genético y una de las cosas que nos diferencia de esta especie es el razonamiento; ellos no entienden que este tipo de conductas son inaceptables para nosotros, porque pueden llegar a perder la vida o su hogar.
La mayoría de los perros puede tratarse, en algunos casos recurriendo a un tratamiento con fármacos y/o quirúrgico (castración) hasta controlar su comportamiento. Pero hay que tener siempre presente que NUNCA será un perro confiable para nosotros.
Suele suceder en la primera etapa del problema que el propietario de la mascota NIEGUE un comportamiento depredador o protector, como un mecanismo de defensa; nadie quisiera enfrentarse a la dura realidad de qué podría tener un animal potencialmente peligroso. Pasado este lapso de tiempo, el propietario comienza a enfadarse cuando alguien le indica que su perro está dando señales de conductas agresivas significativas, justificando su agresión porque imagina una provocación de algún otro perro o persona. Luego de que ocurran hechos lamentables y pierdan el control del animal en su totalidad, comienzan a aceptar que su problema es real.