Cómo contaminan las colillas de cigarrillo
Las colillas no se deshacen por arte de magia. Estos pequeños restos de cigarro tampoco van a desaparecer cuando un fumador los lance al suelo. De hecho, tardan en disolverse entre dos meses y 10 años.
Así de longevas son las chingas de cigarro, así de matonas a pesar de tener un tamaño tan pequeño.
La explicación es simple, y es que a pesar de que su apariencia engaña a cualquiera y hace creer que son biodegradables, en realidad están fabricadas con hidrocarburos y acetato de celulosa, que se deriva del petróleo.
Además, cada una está recubierta con dos sustancias plastificantes que se utilizan para que el cigarrillo mantenga esa forma cilíndrica que le conocemos.
Aquí el problema no se queda en las aceras; por el contrario, tienden a transportarse a las alcantarillas, producto de las corrientes pluviales.
Las colillas de cigarro son el principal residuo que contamina las playas a nivel mundial.
Estos datos se desprenden del Top 10 Mundial 2011 de la Limpieza Internacional de Costas y Riberas y del formulario de cuantificación de objetos que utiliza la asociación Terra Nostra en la Jornada Nacional de Limpieza.
“Los filtros y los cigarros, al entrar en contacto con el agua, la contaminan con sustancias tóxicas como nicotina y alquitrán, así como metales pesados como plomo, arsénico y cianuro”.
“Al ingerir los animales el agua contaminada o las colillas, pueden sufrir enfermedades e incluso la muerte, si consumen mucha nicotina”.
En otros casos, más bien estos restos pueden generar incendios forestales, cuando se quedan encendidos. Mientras no se apaguen, además, se seguirán liberando los contaminantes que tiene el cigarro.