Cómo duermen los animales

Un artículo demostró que las fragatas, unas aves que vuelan cientos de kilómetros sin parar, dejan una parte del cerebro despierto y un ojo abierto para dormir y descansar mientras continúan su travesía. Los delfines hacen algo parecido y son capaces de dormir a la vez que nadan para salir a respirar a la superficie. Otros animales se agrupan durante la noche para estar más protegidos y hay peces tropicales que se van a sus pequeños apartamentos en las ciudades que son los arrecifes de coral cuando cae la noche. Si el sueño de los humanos es un territorio misterioso con muchas incógnitas, el de los animales lo es aún más, pero hemos hablado con algunos expertos que nos han contado sus hábitos.
Aunque todos los animales deben dormir, hay excepciones: las esponjas de mar y las medusas, que no tienen un sistema nervioso muy desarrollado, no lo necesitan, según el investigador. Otros, como los gusanos nemátodos, solo lo hacen en un momento de estrés o cuando van a necesitar usar bastante energía, por ejemplo, justo antes de las mudas que hacen para crecer.
Las fragatas con el piloto automático y los dormideros de aves
Cuando las aves se paran por la noche a dormir están más expuestas a que se las coman los predadores, por eso han desarrollado distintos sistemas de protección. Otros pájaros, además de las fragatas, duermen mientras vuelan. Los verdejos solo bajan del cielo en primavera, cuando incuban y dan de comer a las crías. El resto del tiempo se lo pasan volando y recorriendo miles de kilómetros.
Lo más común, sin embargo, es que se agrupen al anochecer para dormir. Forman lo que se conoce como “dormideros”, que están formados a veces por miles de pájaros. “Además, tienen estrategias para montarlos en sitios más difíciles de ser comidos. Los estorninos, por ejemplos, lo hacen en núcleos urbanos porque no hay aves rapaces como las águilas”, dice Moral. Las grullas y gaviotas comen en basureros y dehesas y por las noches se agrupan en grandes embalses a salvo de zorros y otros mamíferos (estas, por cierto, duermen de pie). Los albatros, que son aves marinas, se dejan flotar en comunidad y los pingüinos se apilan juntos en tierra, de pie, y se van turnando en el borde del grupo para no morir de frío.
La mayoría de pájaros duerme apoyado solo sobre una pata y con la cabeza bajo un ala (aunque algunos se tumban, con las dos patas dobladas). Así mantienen la temperatura corporal, porque las patas no tienen carne, están formadas de hueso y escamas, y el plumaje es como un abrigo.
Hay aves que cantan más que duermen, al menos durante una época, como el mirlo y el ruiseñor. Son territoriales y cuando llegan a una zona, marcan así su espacio. Además, el que mejor canta tiene más posibilidades de quedarse con la mejor hembra. Cuando forman la pareja, el ruiseñor macho sigue cantando todo el tiempo hasta que nacen los polluelos, a los que desde ese momento dedican todas sus energías. Pueden pasar hasta 20 días en ese cantar perpetuo sin dormir. “Igual que son capaces de llegar volando desde Senegal, son capaces de mantenerse comiendo y durmiendo muy poco”, dice Moral.
Los delfines y ballenas tienen un sistema comparable al de las aves que les permite desconectar parte del cerebro y descansar a la vez que están pendientes de salir a respirar cada cierto tiempo. Francisco Martín, del Instituto Cajal, explica que los delfines, con un cerebro muy complejo, pueden hacer funciones motoras básicas en ese estado de semiinconsciencia, como desplazarse y moverse, pero no pueden hacer otras cosas más complicadas como comunicarse. Si detectan un peligro, se despiertan del todo.
Ningún pez cierra los ojos para dormir, por cierto, porque no tienen párpados. Algunos tiburones tienen uno que va de abajo a arriba, pero es para protegerse los ojos mientras atacan a una presa.
Hay animales que apenas duermen unas horas. Los caballos y otros équidos como las cebras y las jirafas con unas tres horas tienen suficiente.
La mayoría de los mamíferos son crepusculares, es decir, que casi toda su actividad -cazar, comer- es al amanecer y al atardecer. El resto del día se lo pasan sesteando, para ahorrar energía. Su sueño es además ligero, porque tienen que estar pendientes de los depredadores -felinos, lobos, armiños, hurones-, que aprovechan la inmovilidad de los que descansan para atacarlos.
Entre los animales que más duermen están el perezoso -en cautividad, sin peligros a la vista, duerme unas 16 horas y en libertad solo solo 9,5- y el koala, que puede conciliar el sueño entre 18 y 22 horas al día. “Un problema que tienen los animales es que cuando no están durmiendo gastan mucha energía. Cuando la ingesta de alimentos es baja en calorías, como en el caso de estos herbívoros, necesitan dormir mucho”, según Francisco Martín, el investigador del CSIC. ¿Y el elefante, que es también se alimenta de hierbas y duerme poco? Precisamente porque su volumen es grande, necesita comer mucho para mantenerse, más que dormir.

Fuente: http://verne.elpais.com/

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