El cambio climático mira hacia la Argentina
“La clave está en la adaptación”, sostiene Canziani, que es autor de un estudio sobre nuevos escenarios para el cultivo de vid y olivares en la Patagonia. “En un escenario moderado, el cambio climático puede ser una oportunidad de expandir la frontera vitícola, diversificando varietales”, asegura.
De acuerdo al informe Stern sobre la Economía del cambio climático, publicado en 2007, por cada dólar invertido en mitigación y adaptación, se ahorran entre u$s 5 y 20 de pérdidas. Los países considerados “de ingresos medios”, como la Argentina y la mayoría de los de América latina, son los que mayor riesgo enfrentan, ya que tienen más infraestructura expuesta y menor previsión en la mitigación de su impacto.
“Hay un falso dilema entre desarrollo con aumento de las emisiones o menos desarrollo para bajar las emisiones”, destaca Alieto Guadagni, economista y miembro de la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente.
“Es posible, mediante innovaciones tecnológicas y reformas institucionales, aspirar a un planeta con crecimiento (esencial para bajar la pobreza) y menos emisiones contaminantes”, asegura. El actual modelo económico, basado en combustibles fósiles,”deberá ser sustituido por otro con nuevas energías limpias y mayor eficiencia energética”, apunta el ex secretario de Energía. “No ha concluido aún la era de los combustibles fósiles nacida a fines del siglo XVIII, nunca hubo tanto petróleo y gas como hoy. Sin embargo, los flujos de inversiones ya comienzan a orientarse hacia las nuevas tecnologías y la eficiencia energética. Esto impulsará nuevos sectores productivos”, afirma Guadagni.
Entre las propuestas que enumera el ex funcionario se cuentan: inversiones en energías renovables, modernización del transporte público y priorización de la vía ferroviaria y fluvial para el transporte de cargas, impulsar la eficiencia energética en la industria, nuevos códigos de edificación que aseguren la aislación térmica y el etiquetado para artefactos energéticamente eficientes.
También señala que “en el mundo se está debatiendo un impuesto al CO2, que ya ha sido implementado por alrededor de 40 naciones. Creo que es un tema que debería debatirse en breve en el país”, sostiene Guadagni.
El acuerdo climático de París, firmado en diciembre del año pasado por 195 países, “significó un enorme avance en las negociaciones internacionales tendientes a frenar el aumento de la temperatura media global”, evalúa Carolina Vera, del CIMA. Por primera vez, luego del fracaso del Protocolo de Kioto, todos los países firmantes (y no sólo los industrializados) se comprometieron a reducir sus emisiones de gases GEI, según metas voluntarias llamadas “contribuciones nacionales determinadas”, o INDC por sus siglas en Inglés.
El compromiso firmado en la capital francesa estipula que se mantendrá el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2°C respecto a los niveles preindustriales y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento a 1.5° C -algo que piden los países insulares, que están en riesgo de desaparecer por la suba del nivel del mar-.
“La meta es exigente, ya que requiere que dentro de 20 años estemos emitiendo un 30% menos de CO2 que hoy”, dice Guadagni.” Como para entonces tendremos 1400 millones más de habitantes y el PBI será el doble del actual, se trata de reducir las emisiones contaminantes por unidad de PBI en más de un 65%”.
En la cumbre de París, la Argentina se comprometió a reducir sus emisiones un 15% hasta el 2030 en base a recursos propios, y otro 15% si accede a financiamiento. Este compromiso fue calificado como “poco ambicioso” por varios especialistas -entre ellos Guadagni-, destacando que “si todos los países hubiesen presentado una oferta similar, la temperatura mundial subiría 4°C”.