El cambio climático pondrá en jaque el acceso al agua potable en la región paneuropea
Se calcula que un 35% de la superficie de la Unión Europea estará sometida a un elevado estrés hídrico en la década de 2070. A nivel mundial, se prevé que cada grado centígrado de aumento de la temperatura media provocado por el calentamiento global supondrá una reducción del 20% de los recursos hídricos renovables.
Desde el insuficiente suministro hasta la contaminación por el desbordamiento de las aguas residuales y los brotes de enfermedades por un tratamiento inadecuado de las mismas, los riesgos existentes del calentamiento global para el agua, el saneamiento y la higiene en la región paneuropea van a aumentar considerablemente, según han advertido la Comisión Económica de las Naciones Unidas para Europa y la Oficina Regional de la Organización Mundial de la Salud en los debates intergubernamentales celebrados esta semana en Ginebra.
Tal advertencia se produce en un momento crucial en el que los Gobiernos de la región se preparan para la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27) que se celebrará en noviembre de 2022 y la Conferencia del Agua de la ONU, que tendrá lugar en 2023.
Ambas agencias, alertan además de que los mecanismos y métodos de gobernanza para integrar el agua y el clima están ausentes, y la interfaz del agua potable, el saneamiento y la salud no se está abordando de manera preocupante en la mayoría de los casos.
Agua, saneamiento e higiene en riesgo en todos los países
Las proyecciones del cambio climático indican un aumento constante de la temperatura y una variación de los patrones de precipitación en las próximas décadas. Se prevé un aumento de las precipitaciones en el norte de Europa y una disminución de estas en las latitudes meridionales.
Esos cambios en el clima traerán consigo graves consecuencias para todos los países de la región paneuropea, que abarca una amplia gama de climas y entornos heterogéneos, que van desde el clima árido y semiárido de Asia Central hasta el mediterráneo subtropical y el norte de Europa, rico en agua.
Tales efectos van desde los daños en las infraestructuras de abastecimiento de agua y alcantarillado hasta el cambio de las necesidades de consumo para mantener la hidratación, pasando por la degradación de las cuencas hidrográficas y de la calidad de las aguas de origen, el vertido de residuos humanos al medio ambiente, la reducción de la disponibilidad de agua y la contaminación de los suministros de agua.
Se calcula que un 35% de la superficie de la Unión Europea estará sometida a un elevado estrés hídrico en la década de 2070, cuando el número de afectadas por la escasez del líquido elemento será de 44 millones en comparación con los 16 que lo estaban en 2007.
A nivel mundial, se prevé que cada 1 °C de aumento de la temperatura provocado por el calentamiento global supondrá una reducción del 20% de los recursos hídricos renovables y afectará a un 7% adicional de la población.
Todo ello provocará que la pérdida de servicios dé lugar a que las personas utilicen fuentes de agua inseguras o no puedan mantener buenas prácticas de higiene, ya que los cambios en la calidad y la cantidad aumentarán la exposición a patógenos y productos químicos nocivos, y darán lugar a un suministro de agua menos fiable. También los daños en los sistemas de saneamiento provocarán una mayor exposición a los agentes patógenos.
No es el futuro, es el presente
Estos impactos ya se están sintiendo en la región. Hungría, por ejemplo, ha advertido de importantes costes operativos adicionales para el tratamiento de las aguas residuales debido al aumento de la demanda de energía de bombeo y a la interrupción de las plantas de tratamiento. Los Países Bajos han planteado problemas para garantizar el suministro de agua, al igual que España para mantener un suministro mínimo de agua potable en períodos de sequía.
Los impactos climáticos en los servicios de agua y saneamiento agravan aún más los retos de mantener los derechos humanos, como el derecho al agua potable y al saneamiento universal, lo que está lejos de ser una realidad hoy en día en la región paneuropea: más de 16 millones de personas todavía carecen de acceso al agua potable básica y más de 31 millones de personas necesitan saneamiento básico.