La basura ennegrece el Taj Mahal

El Taj Mahal necesita una buena limpieza cada poco tiempo. Su mármol blanco ha sufrido cuatro grandes tratamientos desde 1994. A modo de mascarilla, lo cubren de barro que retiran cuando se seca. Y acaban lavando la piedra con agua destilada. Pero, al poco, el mausoleo vuelve a ennegrecer. Aunque se sabe que el responsable directo es la mala calidad del aire, la parte de suciedad que le toca a cada contaminante aún no está clara.
En los años 80, se culpó a la lluvia ácida del oscurecimiento del Taj Mahal. Pero también han acusado a la suciedad del río Yamuna junto al que está levantado, a las fábricas de las cercanías o al tráfico. Más recientemente se señaló a las tortas de estiércol de vaca, combustible tradicional para cocinar. Ahora, un estudio reparte nuevas culpas y señala a una realidad de cualquier ciudad india: la quema descontrolada de basura.
“En la mayoría de las zonas de India no hay sistemas de recogida de basura. Eso significa que la mayor parte de la basura doméstica se tira a la calle o en descampados cercanos. Imagine que el 90% de todos los residuos que generan sus vecinos y usted acaba enfrente de sus casas. Eso es lo que sucede en India”, recuerda el profesor del departamento de ingeniería civil y medioambiental de la Universidad Duke (EE UU), Mike Bergin. Junto a colegas del Instituto Indio de Tecnología y el Servicio Arqueológico Indio, este experto en partículas en suspensión lleva varios años estudiando qué ennegrece el Taj Mahal.
Nombrada una de las nuevas siete maravillas del mundo, el Taj Mahal recibe cada año la visita de más de seis millones de personas. La cifra más que dobla los 2,5 millones que recibe La Alhambra, el monumento más visitado de España. Por eso las autoridades del estado de Uttar Pradesh y las de la ciudad de Agra, donde se encuentra el Taj Mahal, han venido tomando diversas medidas para proteger esta bella máquina de hacer dinero.
Así, desde finales del siglo pasado, han cerrado unas 200 factorías por su alto nivel de emisiones. Las que no han cerrado es porque han podido colocar filtros en sus chimeneas. También se ha prohibido la instalación de nuevas industrias potencialmente contaminantes en el área urbana de Agra. El tráfico de vehículos está vedado en un kilómetro a la redonda del complejo funerario. Incluso los artesanos de la petha, un dulce a base de calabaza blanca muy popular en India y del que Agra tiene la denominación de origen, fueron obligados a sustituir el carbón de sus hornos por gas licuado.
Sin embargo, un informe del Gobierno indio reconocía el año pasado que el Taj Mahal seguía perdiendo su blanco. En ese informe se recogía también la última y más polémica de las medidas: la prohibición de usar el estiércol para cocinar. Aunque es una práctica en desuso en las zonas más urbanizadas, todavía el 11% de los hogares, en especial rurales, queman excrementos animales en sus cocinas.
Tras analizar en detalle el estado del mármol, tomando diversas muestras, Bergin (entonces en el Instituto de Tecnología de Georgia) determinó en 2014 que hasta el 40% de la materia orgánica presente en la piedra procedía de partículas en suspensión originadas en la quema de biomasa. “En aquel trabajo mostramos que tanto partículas de polvo como procedentes de la quema estaban descolorando el Taj Mahal. Pero entonces no determinamos qué fuentes específicas eran las responsables de la combustión”, explica en un correo.

Fuente: http://elpais.com/

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