Lanzan la expedición más detallada de la historia en busca de caca de ballena

Un equipo de científicos se prepara para navegar durante siete semanas a la Antártida con el fin de recolectar heces de ballena azul y analizar su impacto en la biodiversidad y el cambio climático.
“La expedición más detallada de la historia en busca de caca de ballena”, como la han calificado sus participantes, busca probar la teoría de que los excrementos del mamífero más grande del mundo tienen un papel más crucial de lo que se creía en mantener la productividad de los mares australes.
“Quiero demostrar que las ballenas son ingenieras del ecosistema”, dijo Lavenia Ratnarajah, biogeoquímica marina de la Universidad de Liverpool. “Las campañas de conservación habitualmente se centran en su belleza, pero eso no convence a todos. Si podemos demostrar cuánto contribuyen estos animales a las funciones del océano, será más fácil salvarlos.”
El número de ballenas azules se desplomó 95 por ciento a comienzos del siglo XX, pero se han estabilizado y en parte recuperado desde la aplicación de una prohibición mundial de capturarlas en 1966. Se cree que actualmente hay entre 10.000 y 35.000 en su mayor parte en la Antártida.
Hasta ahora, la mayoría de las investigaciones se centraban en los hábitos de reproducción y migración de estas criaturas gigantescas, que pueden llegar a medir más de 30 metros de largo y pesar 200 toneladas, más que los dinosaurios más grandes. Pero la nueva investigación tendrá en cuenta cuánto contribuyen a los niveles de nutrición de las aguas antárticas.
El excremento de ballena actúa como fertilizante oceánico rico en hierro y estimula el crecimiento de bacterias marinas y fitoplancton –diminutas plantas que son la base de la cadena alimenticia antártica y la mayor fuente biológica de secuestro del carbono-. Sin el reciclaje biológico del hierro, el Océano Austral no podría sostener la misma cantidad de fitoplancton, que es el principal alimento del krill.
El nuevo estudio tratará de cuantificar ese impacto fertilizante y demostrar la teoría de que la ballena es irremplazable en el ecosistema polar porque los otros grandes depredadores –los pingüinos y las focas- suelen defecar en el hielo más que en el agua y por lo tanto no pueden proporcionar los mismos beneficios nutricionales.
En primer lugar, desplegarán boyas sonar para identificar la ubicación de las ballenas y luego, cuando estas estén cerca, usarán drones para volar sobre ellas y ver reveladoras manchas de color naranja. Eso puede llevar días.
Las heces, que están compuestas en su mayor parte de krill digerido, al principio flotan en la superficie para luego disiparse y hundirse hasta el fondo del mar. En misiones anteriores, los investigadores tuvieron que recolectar muestras a mano, pero esta vez los alivia poder usar drones para hacer el trabajo sucio.

Fuente: Jonathan Watts, GUARDIAN VERTICALS / www.clarin.com

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