Las ideas más locas para salvar a los últimos rinocerontes del mundo

En el caso de la subespecie norteña que vive en el Congo tan solo queda un macho y dos hembras, cantidad insuficiente para asegurar la viabilidad genética a largo plazo. El dramático escenario ha obligado a investigadores y conservacionistas a plantear acciones que pueden parecer extrañas e incluso descabelladas.
La legalización del comercio de cuerno de rinoceronte es la medida que más divide a la comunidad científica. Sus defensores alegan que pasarán décadas antes de que la educación elimine su uso de las prácticas pseudocientíficas de Asia y, cuando esto suceda, será demasiado tarde. El precio de este tejido supera al del oro, el diamante y la cocaína, y puede superar los 50.000 euros por kilogramo. Esto ha generado una industria millonaria a su alrededor en la que los cazadores furtivos cuentan con un equipamiento superior al de los forestales.
El cuerno del rinoceronte está compuesto de una proteína denominada queratina. Es la misma sustancia que forma nuestras uñas y pelo y, al igual que estos, el apéndice vuelve a crecer. Esto quiere decir que un macho de rinoceronte puede generar una cantidad virtualmente ilimitada de cuernos a lo largo de su vida, a diferencia de los elefantes y sus colmillos de marfil que, al igual que sucede con nuestros dientes, no se recuperan tras una pérdida. Por este motivo los investigadores Duan Biggs y Hugh Possingham escribieron una polémica carta en la revista ‘Science’ en 2012 que defendía la legalización.
“La gran mayoría de los científicos y gerentes conservacionistas con los que he hablado sobre el terreno en Sudáfrica apoyan un comercio legal con una estricta regulación”, aseguraba entonces a ‘EFE’ Biggs. La teoría es sencilla: no es necesario matar a un animal para ‘recolectar’ su cuerno y, a cambio, se revienta el mercado. Una vez el cuerno de rinoceronte tenga un precio tan bajo como otros productos, la caza furtiva desaparecerá por sí sola. El riesgo sólo vale la pena si la recompensa está a la altura.
Con estos argumentos el Tribunal Constitucional de Sudáfrica legalizó el comercio de cuerno de rinoceronte dentro de sus fronteras en abril de este año. Este país, que alberga la mayor parte de los rinocerontes de todo el mundo, lleva desde 2013 perdiendo más de 1.000 animales al año.
Más controvertida (aún) es la idea de salvar a estos animales cambiándolos de continente. Ray Dearlove es un ejecutivo de ventas sudafricano que, tras jubilarse, se mudó a Australia. Allí fundó el Proyecto Rino Australiano, cuyo objetivo es transportar 80 rinocerontes blancos desde su país natal hasta Oceanía para poner tierra (y agua) por medio entre los animales y los furtivos, en una especie de ‘Arca de Noé’ moderno.
La idea de Dearlove no ha convencido en muchos científicos, explicando por qué era una terrible idea. En primer lugar, aseguran que los 4 millones de dólares que costaría desplazar 80 animales casi duplica los 2,2 millones que emplea Sudáfrica en políticas antifurtivos en todos sus parques durante un año. En opinión de los investigadores, la conservación sólo tiene sentido si se hace a nivel local. Si no, se convierte en domesticación.
La campaña más simpática de todas salió de la red social para encontrar pareja Tinder, que este año propuso abrirle un perfil a Sudán. Este macho de rinoceronte blanco del norte es el último de su especie. La única salvación para esta subespecie típica de Congo es la fecundación ‘in vitro’ en otras hembras, por lo que la idea era buscarle una ‘novia’ a Sudán al mismo tiempo que se concienciaba sobre la situación de la especie.

Fuente: S. FERRER - http://www.elconfidencial.com/

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