Lo que los tapones de cera de las ballenas revelan sobre los efectos del cambio climático
Para empezar, las ballenas no cuentan con dedos para retirar este material de sus órganos auditivos, así que toda esa grasa se acumula y se endurece con el paso del tiempo, creando grandes tapones que pueden medir hasta 20 centímetros de largo.
Pero lo que biólogos descubrieron hace tiempo fue que estos tapones contienen elementos que nos pueden revelar mucho sobre la vida de una ballena. Dijo el biólogo Stephen Trumble de la Universidad de Baylor en Texas: Cada capa o lámina de cera representa aproximadamente seis meses de vida. Los tapones de cera son como los anillos en el tronco de un árbol y pueden ser usados para contar los años de la ballena.
Más allá de revelar la edad de un ejemplar, el doctor Trumble explicó que los tapones mantienen un detallado registro químico que permite “reconstruir un perfil de la exposición a factores estresantes y las respuestas del organismo”:
Los tapones contienen ácidos grasos, keratina (una proteína) y ceras. Estas grasas tienen la capacidad de fijar sustancias químicas que provienen o bien del medio ambiente, como contaminantes, o de la propia ballena en el caso de hormonas.
Lo más fascinante para los científicos fueron los niveles de cortisona en los tapones de cera. La cortisona es una hormona cuya producción puede variar según los niveles de estrés.
Al comparar los tapones de cera de diversos cetáceos, los biólogos descubrieron demasiadas coincidencias en los registros de cortisona de acuerdo al periodo de tiempo. De tal forma, los tapones nos pueden decir mucho, no solo sobre la vida de un ejemplar, también sobre la historia de los océanos.
¿Qué situaciones pueden generar estrés en una ballena? Las fuertes temporadas de caza, por ejemplo, así como los conflictos navales, el tráfico de buques y barcos, la contaminación y el incremento de temperaturas marítimas, producto del calentamiento global.
Todo esto queda plasmado en los tapones de cera a través de los niveles de cortisona. De tal forma, podemos determinar el año según el estrés colectivo de los cetáceos. Un ejemplo: así como los registros de cortisona alcanzaron un pico en los 60, en la década siguiente, con la implementación de la moratoria, los registros de cortisona bajaron dramáticamente.
No obstante el moratorio, los niveles de estrés registrados en el siglo XXI están alcanzado los mismos números que se vieron durante las peores temporadas de caza. Las ballenas de nuestra era están reaccionando de manera negativa a ciertos factores en los océanos, pero es difícil para los biólogos determinar de qué se trata en específico.
Estos marcadores junto a los datos antropogénicos sobre ruido y tráfico, y la información sobre estrés nos permitirá cuantificar la contribución de cada factor. Nuestra meta es determinar el impacto acumulativo de los factores estresantes en las ballenas. Esa información será un reflejo de la salud de nuestros océanos.