¿Por qué los perros se muerden la cola?

Hay algunas presunciones, aunque no una certeza definitiva. Se estima que puede ser desde un trastorno compulsivo en el animal hasta un simple juego. Entre las razones que se imponen como teoría entre los especialistas, hay cuatro que sobresalen. Dos son las anteriormente mencionadas y hay otras dos variantes: que nuestra mascota tenga parásitos o que extrañe su cola que le fue amputada.
El trastorno compulsivo se estima que se da si el perro realiza esa actividad sin parar, a cualquier hora del día, en cualquier sitio y en compañía de quien sea. Esto resulta preocupante ya que la salud del animal no estaría en su mejor forma, por lo que sería necesaria una visita al veterinario para analizar qué pasos seguir. Cuando es un juego es evidente que no es más que eso: no se lastima; si realiza esta actividad a gusto y si no termina por entorpecer el clima hogareño, no hay de qué preocuparse. Y más si el animal todavía es un cachorro. Que tenga parásitos -una situación indeseada- también es una causa probable, porque se mordería constantemente y podría llegar a lastimarse. Sean parásitos o pulgas, es imperativa una visita al médico para confirmar el diagnóstico e iniciar el tratamiento.
Y por último está el caso de los perros con la cola amputada. Se trata de un mecanismo inconsciente, ya que luego de su corte reconoce con mayor firmeza la presencia de unas neuronas denominadas morton. Estas neuronas que reconoce el perro en la cicatriz de la cola cortada le causan determinado dolor que -ellos creen- puede ser aliviado con mordeduras. Para notarlo hay que estar atentos a que, además de morderse la cola, tendrá una obsesión por lamerla con el fin de mitigar el dolor.
Que el perro dé vueltas en círculos persiguiéndose la cola, lamiéndola o masticándola y provocándose una autolaseración o mutilación es un típico cuadro de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Cuando estos tipos de actos son repetitivos e incontrolados significa que el animal no puede interrumpirlos, ya que no hay una señal interna que lo detenga. En este caso, sólo responde a un estímulo exterior, como la voz de un “no”, “quieto” o un ruido, como pude ser un chasquido de manos por parte de su dueño. Las causas pueden ser genéticas o adquiridas por estrés, aburrimiento, ansiedad o por llamar la atención. El tratamiento es médico o quirúrgico y siempre con collar isabelino para evitar el contacto de la boca con la cola. También ayuda intensificar el ejercicio, darle juguetes interactivos y estar muy atento: si repite el movimiento, consultar a veterinario.

Fuente: www.lmneuquen.com

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