La UNLP alerta sobre los riesgos de las pilas

Una especialista de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) afirmó que las pilas y baterías están constituidas por numerosos compuestos químicos, muchos de ellos tóxicos. Recomendó evitar la compra de unidades que sean muy baratas. Y se lamentó por la falta de una ley que permita regular la disposición final.
En las últimas décadas se multiplicó el uso de pilas y baterías. Desde la cámara fotográfica, el teléfono inalámbrico y el control remoto, hasta un marcapasos o sofisticados equipos médicos ambulantes, nada parece funcionar sin la energía de estas pequeñas unidades.
Ante la evidencia de que estos artículos se tornaron imprescindibles, el problema mayor ahora pasa por su disposición final responsable. Tarea que, por falta de previsión estatal, queda a criterio de los mismos consumidores.
La ingeniera Liliana Gassa, investigadora del Instituto de Investigaciones Fisicoquímicas Teóricas y Aplicadas (dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata), lamentó que no exista legislación específica sobre este tema.
“No son suficientes las buenas intenciones. Los planes dispuestos por diferentes municipalidades y su posterior almacenaje en contenedores -aptos o no- acaban en la concentración de una gran cantidad de pilas, lo que supone un mayor potencial de contaminación. Esto si se compara con la hipotética situación de que esas pilas estén dispersas en el conjunto de los residuos”, informó.
Asimismo, recordó que hay diferentes clases de pilas y baterías y que sin tener en cuenta las de plomo-ácido de arranque de automóviles, se pueden clasificar en dos grandes grupos: las primarias, que una vez que se agotan los reactivos deben desecharse; y las secundarias o acumuladores, que son aquellas en las que los procesos de carga y descarga se pueden repetir un gran número de veces mediante el suministro de electricidad.
La especialista agregó que no conviene olvidar que pilas y baterías, sean cilíndricas o prismáticas (como las de tipo botón o moneda), están constituidas por gran variedad de compuestos químicos. Algunos son altamente tóxicos, por lo que la ingeniera recomendó evitar lo muy barato y consumir lo que menor daño ocasione al medio.
“Son elementos peligrosos el mercurio, que se encuentra en algunas baterías primarias, y el cadmio, que aparece fundamentalmente en algunas secundarias o recargables. El mercurio es un elemento contaminante cuya ingestión puede provocar daños cerebrales, renales y en la función motora. El cadmio, por su parte, es considerado un factor cancerígeno, especialmente si se inhala, y puede afectar el funcionamiento de los riñones y causar anemia. En todos los casos, estos compuestos químicos serán más peligrosos en tanto se encuentren en grandes concentraciones”, añadió.
Ante este panorama, se hace evidente la necesidad de que exista una respuesta rápida por parte del Estado.
La información, un factor esencial
La ingeniera Gassa, del INIFTA (UNLP), consideró que la única forma de abordar el problema es, por un lado, consultar a los que poseen información valedera con base científica. Y, por otro, entender de qué se habla cuando se hace alusión a pilas y baterías de uso cotidiano.
“Es fundamental saber qué es una pila, cuál es su toxicidad y cuáles son las alternativas a la hora de adquirirlas”, consideró la especialista. Un dato que alarma: por lo habitual, los usuarios se encuentran desorientados a la hora de optar entre el tacho de basura o el fondo de un cajón para desechar estas unidades.
Soluciones y cuidados para el descarte
A la hora de hallar soluciones para el descarte de las pilas que cumplieron su ciclo útil, Gassa abordó el espinoso tema de los costos del reciclado de los materiales. En esa dirección, aseguró que “el problema se hubiese resuelto hace tiempo si los productos emergentes de su reciclado balancearan los gastos de recolección y tratamiento”.
También sostuvo que “al no existir la posibilidad de un proceso organizado para su recuperación, el gasto debería ser pagado por el usuario a través de un aumento en el costo
final”.
Gassa también se refirió a las campañas de recolección que culminan en la técnica de incluir pilas y baterías en bloques de hormigón. En ese sentido, explicó que se trata de un material poroso que deja pasar la humedad y los contaminantes. Y agregó que, en los últimos tiempos, se comenzaron a utilizar agentes estabilizadores que neutralizan los efectos tóxicos. “Si bien se asegura que el proceso se realiza en bolsas termoselladas, nadie puede asegurar que con el correr del tiempo no se producirán filtraciones”, remarcó.-

Fuente: http://museo.fisica.unlp.edu.ar

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